El vuelo sin escalas del avión solar Impulse II, que ayer aterrizó en Sevilla procedente desde Nueva York, afianza la viabilidad de las energías limpias para un transporte sin emisiones y, simbólicamente, convierte al sol en amigo del mitológico Ícaro y no en quien le quema sus alas, según indicó el piloto de esta gesta, Bertrand Piccard. El sol ha sido el aliado y la única fuente de energía que ha permitido al Impulse II volar casi 6.300 kilómetros sobre el Atlántico Norte durante un total de dos días, 23 horas y 10 minutos, explicó Piccard poco después de aterrizar en Sevilla.

"El mito de Ícaro nos muestra que no hay que hacer más de lo que se es capaz de hacer y que el sol es un amigo que nos permite reducir a la mitad el consumo de energía y la producción de CO2", aseveró. En su opinión, la nueva gesta del Impulse II evidencia la necesidad de "reemplazar los viejos sistemas, desfasados, por otros nuevos" y de sustituir "el viejo motor de combustión por la movilidad eléctrica".

"No se trata de una cuestión sólo ecológica sino, sobre todo, lógica; de la eficiencia energética, de la reducción de costes y del desarrollo de nuevos mercados y de nuevos aviones sin ruido y sin contaminación". Como momentos más emocionantes de su vuelo transatlántico, cita las tres salidas de sol que ha podido contemplar y que se le han mostrado "como la fuente de energía que me permitía continuar volando y que volvía a aparecer después de cada noche".

También subrayó que su vuelo haya coincidido con el solsticio, "el día en el que la Tierra recibe la mayor radiación solar de año". Piccard vaticinó un rápido desarrollo de las tecnologías limpias, que permitirán construir en pocos años aviones comerciales totalmente eléctricos, sin emisiones contaminantes y capaces de transportar a centenares de pasajeros en un radio intermedio de unos mil kilómetros. El piloto quiso compartir con amigos y promotores del proyecto solar Impulse tras su aterrizaje en Sevilla "la experiencia de haber estado durante tres días y durante tres noches en otro mundo; un mundo nuevo, el mundo de la naturaleza que se puede convertir en el mundo de todos". "Decían que este avión solar era imposible, pero ha demostrado que puede cruzar los océanos; esta aventura va más allá del vuelo en sí; es un ejemplo para que la sociedad entre en un mundo nuevo, un mundo de las tecnologías limpias, que es posible pero que necesita de coraje político y decisiones e inversiones claras", añadió. El también piloto suizo André Borschberg, compañero de aventuras de Piccard y que ostenta el récord mundial de haber sobrevolado en solitario el Pacífico durante cinco días y cinco noches en este avión solar, ha destacado la "importancia" del "gesto aeronáutico" de su colega "para propiciar un cambio de mentalidad".

"Este vuelo ha demostrado el potencial de poder volar gracias al sol, de volar casi permanentemente", señaló Borschberg, quien comparó este vuelo transatlántico con las gestas del marino Colón y del aviador Lindbergh y enfatizó que el avión solar hace realidad "el sueño de volar día y noche".