El cambio climático tendrá múltiples consecuencias en la alimentación mundial y cultivo de alimentos a mediados de siglo: desde una disminución del agua, mayor degradación del suelo, mayor deforestación y degradación de los bosques y una disminución de hasta un 40% en los trópicos de las capturas de las principales especies de peces. En la actualidad, ya afecta a lo que comemos y para peor. Desde el Instituto de Investigaciones Mariñas -dependiente del CSIC-, apuntan como ejemplo la proliferación de mareas rojas que impiden la comercialización de mejillón durante buena parte del año.

"A consecuencia del calentamiento del agua, la reducción de los vientos de componente norte, estos episodios tóxicos son cada vez más frecuentes. Encontramos una relación entre la disminución de las 'nortadas', vientos de componente norte, y una mayor presencia de estos organismos que forman las mareas rojas. Es una consecuencia directa del cambio climático", defiende el científico Xosé Antón A. Salgado, y añade que los cambios de componente en los vientos afecta, además, a la carne de este bivalvo: "Hay una relación entre la intensidad de los vientos del norte en invierno y primavera y la calidad de la carne del mejillón al final del verano. Los años en los que las nortadas son intensas, la carne del mejillón es mejor". Como conclusión, se puede apuntar que el cambio climático mundial está haciendo que poco a poco no dispongamos de mejillón gallego en ciertas épocas del año y que su calidad empeore en otras, dependiendo del año.

Todo tiene una explicación fuera del azar. "La reducción de las nortadas hace que haya menos fitoplancton, menos riqueza en las rías. El viento del norte hace que el agua en las rías se ponga muy fría en los veranos; esa agua viene de 200 metros de profundidad. El viento del norte hace que esa agua entre dentro de las rías. Esa agua viene cargada de sales nutrientes que, con la luz, consigue que el fitoplancton crezca muchísimo", apunta.

Investigacións Mariñas será la encargada de pronosticar cómo afectará el cambio climático en 2015 al cultivo del mejillón dentro del proyecto mundial Climefish en el que participan trece países europeos además de Canadá, Chile y Vietnam. Con la ayuda del sector, se propondrán medidas para evitar una merma en la calidad de la producción de este bivalvo.