Un total de 295 gallegos con riesgo de sufrir pérdidas de memoria -principalmente enfermos de alzhéimer u otras demencias en fase inicial- cuentan con un dispositivo GPS que permite conocer en todo momento su localización y evitar que se pierdan si en algún momento se sienten desorientados. Forman parte del Programa de geolocalización y control voluntario de personas en situación de especial vulnerabilidad de la Consellería de Política Social, gestionado por Cruz Roja, y cuyo número de usuarios no deja de aumentar: los beneficiarios aumentaron un 42% en sólo seis años al pasar de los 207 en 2010 a los 295 actuales.

El objetivo de estos geolocalizadores es similar al del resto de servicios de teleasistencia que ofrece la Xunta: fomentar la autonomía de los usuarios y permitir que puedan vivir solos durante el máximo tiempo posible. En este caso además, la prioridad es que los usuarios "no vean mermadas sus posibilidades de salir del domicilio y puedan seguir manteniendo sus relaciones sociales" pese a presentar cierto deterioro cognitivo que les hace susceptibles de sufrir pérdidas de memoria, caídas o episodios de desorientación temporal, según explican desde Política Social.

Este sistema consta de un equipo formado por un teléfono móvil con tecnología GMS y un módulo de localización geográfica vía satélite que está conectado las 24 horas del día a un centro de control, desde donde pueden recuperar la localización exacta del usuario en cualquier momento ya que el terminal se comunica cada 5 minutos con la central para indicar su posición. Para garantizar que el usuario lleva siempre encima el terminal -que debe estar bien cargado y encendido- se le coloca en un cinturón especial que cuenta con un sistema de seguridad que impide manipularlo. "Son los cuidadores del usuario quienes se deben encargar de colocarle el dispositivo así como de asegurarse que siempre tiene cargada la batería", recuerdan en Política Social.

La familia de quienes deben ser controlados vía GPS deben delimitar la zona por la que habitualmente se mueve el usuario para que el geolocalizador sólo lance una alerta a la central de control en el caso de que la persona se salga del perímetro marcado. Lo habitual es que se active alguna actuación si hay necesidad de localizar a esa persona o si el sistema lanza una alerta de posible peligro, explica la Xunta en su página web. "El coste de este servicio es de cinco euros al mes hasta que entre en vigor el sistema de copago que establecerá la cuantía a pagar en función de la capacidad económica de cada persona", según indican desde Política Social.

Pero los gallegos que recurren al control por geolocalizador representan tan sólo el 6% de los más de 5.000 usuarios de los tres servicios de teleasistencia que ofrece la Xunta. El grueso de beneficiarios opta por la teleasistencia básica o domiciliaria, un programa que también gestiona Cruz Roja. Un total de 4.570 mayores gallegos o con algún grado de discapacidad o dependencia utilizan este servicio que les permite mantener cierta autonomía y poder vivir solos en su domicilio. La teleasistencia básica consiste en un terminal fijo que se instala en la vivienda del usuario y otro móvil, normalmente en forma de colgante con un botón que el usuario debe presionar ante cualquier emergencia. Al estar conectado las 24 horas del día con una centralita, ante cualquier problema se movilizará a sanitarios, familiares, bomberos o policía. Además, de forma periódica los trabajadores del programa realizan llamadas a los usuarios para confirmar que están bien o para recordarles alguna cita médica o incluso a qué hora tienen que tomarse una pastilla.

Y para quienes necesitan algo más que un sistema que sólo actúa cuando es el propio usuario quien da la voz de alarma, la Xunta cuenta con el programa de Teleasistencia plus, del que se benefician en la actualidad 201 gallegos. "Se trata de un servicio de teleasistencia avanzada que consiste en la monotorización del domicilio de mayores que viven solos y la generación de una serie de alarmas de forma automática", indican desde la Consellería de Política Social, donde explican que el funcionamiento es sencillo: se instalan unos sensores inalámbricos en puntos clave del domicilio del usuario que emiten señales continuas a una central durante las 24 horas del día. De este modo - "y sin necesidad de hacer obras en casa, la instalación es sencilla"- se emite información continua sobre los hábitos del mayor: desde sus costumbres en alimentación (con sensores en la nevera) hasta sus hábitos de sueño (en la habitación). Esto permite detectar un posible accidente o caída si alguien no abre durante determinadas horas la nevera o si no se ha levantado.

Tres modos diferentes de fomentar la autonomía de mayores o dependientes desde la Xunta. A estos más de 5.000 usuarios hay que sumar quienes disfrutan de este servicio a través de concellos o diputaciones.