Una epidemia silenciosa que cada año sufren cientos de españolas. Víctimas que a ojos de una parte de la sociedad son culpables y que deciden callar por temor a ser señaladas. Las agresiones sexuales son algo frecuente en España -de media se registra una violación cada ocho horas, según los últimos datos del Ministerio del Interior-, pero también un tema tabú que hace que se desconozcan realmente las cifras de incidencia de este tipo de delitos. "Es un tema muy silenciado y pese a que el Ministerio habla de un millar de casos al año, son muchos más porque son una minoría las mujeres que denuncian lo ocurrido", explica la presidenta de la Asociación de Ayuda a Víctimas de Agresiones Sexuales y Violencia de Género (Adavas) que acaba de abrir una delegación en Galicia, Ana Vicente.

El temor a la reacción social que en muchos casos culpabiliza a la víctima de la agresión sexual es uno de los principales motivos que hace que el número de denuncias no se ajuste a la cifra real de violaciones. "Tradicionalmente es frecuente culpabilizar a la mujer, creer que hizo algo inadecuado. Por ejemplo, en los casos que ocurren en fiestas como vimos en San Fermín, son habituales comentarios de 'es que había bebido, mira la ropa que llevaba, cómo se le ocurre meterse en medio de tantos chicos'...", indica Vicente, quien deja claro que en una violación la víctima "nunca es culpable". "Las agresiones sexuales se producen en una situación de indefensión de la víctima, el agresor aprovecha que no puede defenderse y es cierto que igual en una fiesta y cuando hay alcohol se da esta situación, pero esto no quiere decir que la víctima tenga la culpa", sostiene.

El sentimiento de vergüenza es otro handicap a la hora de plantearse una denuncia. "Es algo casi inevitable porque lo ocurrido es algo muy íntimo, pero es necesario contarlo. Ahí juega un papel muy importante la familia, especialmente en el caso de los menores, ya que si desde siempre se les ha inculcado que pase lo pase deben contarlo a su familia porque siempre estará ahí, es más fácil que lo hagan", explica Ana Vicente, quien reconoce que otro aspecto que dificulta la denuncia "es cuando el agresor es alguien cercano a la víctima". Es un mito creer que las violaciones casi siempre las producen desconocidos, es muy habitual que sea "alguien cercano, especialmente en el caso de abusos a menores", indican desde Adavas, donde recuerdan que la denuncia "es el único modo de que el agresor sea condenado por sus actos".

A las violaciones cometidas por familiares o desconocidos se suman las bautizadas como "agresión en la primera cita", algo que según los expertos es bastante frecuente. "Se da cuando una mujer queda con alguien que no conoce o que acaba de conocerse y tras besarse o enrollarse, ella decide que no quiere ir más allá y él entiende que quien tiene derecho a decidir si van a tener algo más es él y decide continuar aunque ella le diga que no o grite", señala Vicente, quien resalta que lo complejo de esta situación es que "ahí muchos hombres no entienden que eso haya sido una violación sino que como ella al principio sí quería algo con ellos, creen que es una relación sexual consentida, pero no".

Desde las asociaciones que ayudan a las víctimas distinguen dos tipos de agresores. "Las personas malvadas o psicópatas que siempre actuarían así y quienes si cambiase totalmente la percepción social que hay de las relaciones entre hombres y mujeres, probablemente no tendrían esta conducta", explica Ana Vicente, quien tiene claro que la sociedad actual fomenta una relación "desigual entre hombres y mujeres" a nivel sexual. "Cuestiones como que el hombre es quien debe tomar la iniciativa sexual, tolerar ciertos comportamientos agresivos o creer que cuando una chica dice 'no' en realidad es que 'sí' son ideas que no están para nada desterradas. Cuando damos charlas en institutos nos sorprende lo vivas que están estas ideas", indica la presidenta de Adavas-Baixo Miño, quien recuerda que estas ideas se transmiten en "publicidad, canciones, series" y esto hace que muchas veces cale la idea del papel subalterno de la mujer, "el pensar que ella no puede parar una relación sexual cuando quiera".

"Es necesario un cambio en esta cultura machista, un machismo que transmiten tanto hombres como mujeres", indica Vicente. Y para hacerlo es necesario dotar de herramientas a los niños desde bien pequeños. "En el caso de los abusos sexuales a menores, los niños están muy desprotegidos porque es un tema que muchas veces los adultos no tratan con ellos por miedo. La clave está en formarlos desde pequeños aunque adaptándose siempre a su edad", indican desde Adavas, donde imparten charlas por colegios e institutos a alumnos a partir de los 3 años. "Con los más pequeños trabajamos a través de un cuento en el que se les explican muchas cosas, pero sobre todo que se trabaja el tema de los secretos, es frecuente que el agresor le diga 'esto es nuestro secreto', es importante que sepan que cualquier secreto se le puede contar a papa y mamá y saber cómo actuar si alguien les toca, igual que se les enseña a mirar para cruzar la calle", sostiene Vicente. Ya de más mayores, las charlas inciden en el uso de las redes sociales e internet. "Antes los depredadores sexuales estaban en el parque y ahora en la Red, se les informa de cómo evitar estos problemas y contarlos. Y ya en los institutos, con adolescentes, trabajamos el tema de desmontar mitos sobre las relaciones y fomentar que sean igualitarias", sostiene.