Velan cada día por la seguridad del consumidor. Analizan cientos de productos no alimenticios todos los años para comprobar que cumplen a rajatabla con la normativa vigente y evitar que supongan un riesgo para los ciudadanos. Son los trabajadores del Laboratorio de Consumo de Galicia, dependiente de la Consellería de Economía e Industria y por el que juguetes, teléfonos móviles, calefactores o ropa pasan un particular examen para comprobar que no incluyen piezas cortantes, que no hay riesgo de sobrecarga eléctrica o que la presencia de químicos es la que permite la ley, entre otros aspectos. En caso de detectar alguna anomalía que convierta en inseguro al producto se emite una alerta a nivel estatal o europeo. Galicia está, según la Xunta, a la cabeza del país en detección de productos peligrosos en el mercado. Sólo en lo que va de año, este laboratorio, ubicado en A Coruña, realizó unos 6.500 análisis en más de 300 productos, en los que se detectaron "63 artículos con riesgos de seguridad", según explica la directora del centro, Natalia Crespo.

Para que un producto llegue al laboratorio para ser analizado existen varias vías. Por una parte, los inspectores del Instituto Galego de Consumo realizan revisiones periódicas por los establecimientos de toda la comunidad. "Ellos cuentan con un listado de las alertas que existen en toda la UE y si detectan algún producto similar lo traen para que los analizamos", explica Crespo, quien indica que además el propio laboratorio realiza campañas periódicas sobre determinados artículos. "Ahora mismo tenemos una campaña sobre juguetes eléctricos y con láser, sobre las baterías externas para móviles (power bank) o los calentadores de líquidos eléctricos", resalta. Pero además, el Laboratorio de Consumo de Galicia también analiza productos tras las reclamaciones de usuarios particulares. "Normalmente en esos casos se trata más de un problema de calidad y recurren a nosotros si están en conflicto con la empresa que fabricó el producto", sostiene Crespo.

A la hora de analizar un artículo, los siete trabajadores del centro -desde licenciados en Química a Ingenieros industriales- siguen las pautas establecidas por la normativa vigente y en caso de detectar alguna anomalía también hay un protocolo claro de cómo actuar. Si el artículo incumple la normativa, pero no supone un riesgo para el consumidor (como pueden ser errores en el etiquetado), desde el Instituto Galego de Consumo se notifica al responsable de la fábrica para que haga las modificaciones necesarias. "Y en caso de que sí exista un riesgo grave para el consumidor, se da una alerta nacional o europea, en función de dónde se haya vendido el artículo, para su inmediata retirada del mercado. De este modo se habla con el fabricante para que retire el artículo y además así los inspectores de cualquier comunidad ya conocen la alerta y pueden detectar los productos en sus revisiones a establecimientos", indica Crespo.

El laboratorio gallego cuenta con cinco departamentos de análisis: mecánico (juguetes y artículos infantiles) -que cuenta con la acreditación de la Entidad Nacional de Acreditación, ENAC, desde el año 2001-, electrónico (móviles, tablets, etc.), eléctrico (pequeños electrodomésticos), químico y textil (que fue el primer centro público en España en obtener la acreditación ENAC).

EMecánico. En este departamento, cuyo responsable técnico es Pedro Mosquera, se analizan una media de 200 muestras cada año de todo tipo de juguetes o artículos infantiles. Con la normativa como base y "siempre poniéndonos en el sitio del niño", los expertos realizan infinidad de pruebas para comprobar la seguridad de los artículos. Desde cuestiones básicas como ver que no incluyan piezas pequeñas o cortantes hasta comprobar que aguantan el peso del niño, que no se rompen al estirar o que no incluyen zonas en donde los dedos puedan quedar atrapados. Para ello cuentan con todo tipo de aparatos que simulan infinidad de situaciones. "Por ejemplo, tenemos ahora una sillita de muñecas, en donde analizamos si aguanta el peso de un niño porque hay que ponerse en su lugar y casi seguro que el pequeño querrá sentarse. Para ello contamos con pesas de diferentes tamaños", indica la directora del centro, Natalia Crespo, quien pone más ejemplos de su trabajo diario. "En los juguetes con proyectiles, por ejemplo, analizamos que la velocidad a la que sale el proyectil no cause daños. En los juguetes eléctricos que el lugar de las pilas esté bien cerrado y que no pueda provocar un choque eléctrico...", sostiene y añade: "En el caso de los chupetes, por ejemplo, utilizamos una máquina de tracción que los estira para comprobar que resiste la tetina y esa misma se utiliza con peluches a los que se estira ojos y brazos para comprobar su resistencia, se mira que los broches de los chupetes sean de un determinado tamaño...". Entre las últimas alertas detectadas en este departamento están unos globos para hinchar que cuentan con una luz en un borde. "Es una pieza pequeña que se puede desprender muy fácilmente", indica Crespo. Sillas de playa, cunas o incluso bolsas de agua caliente son otros artículos que pasan su particular examen en este departamento. La mayoría de productos se analizan tras las inspecciones de oficio o por campañas específicas. "Los juguetes, en general, son bastante seguros pero se dan muchas alertas porque también son los que más se analizan. El riesgo más habitual es la presencia de piezas pequeñas o en disfraces, cordones o lazos a la altura del cuello que pueden ser peligrosos", indica.

EEléctrico. Todo tipo de pequeños electrodomésticos como ventiladores, calefactores o calentadores de agua y leche son los que pasan las pruebas de calidad y seguridad en este departamento a donde cada año llegan unas 120 muestras, la mayoría a través de las inspecciones o de campañas propias. "Aquí medimos corrientes, las temperaturas y hacemos toda una serie de comprobaciones para ver que no hay riesgo de quemarse o de que un artículo de corriente", indica Crespo, quien reconoce que los avances tecnológicos de este tipo de producto les obligan a renovar las técnicas continuamente.

ETextil. El departamento de textil es uno de los puntos fuertes del Laboratorio de Consumo de Galicia. Con una media de 200 prendas analizadas cada año, este centro fue el primer laboratorio dependiente de una Administración de España en contar con la acreditación de ENAC para el ensayo con productos textiles. En él se analizan desde la fibras que componen una prenda hasta la solidez de las pinturas (qué riesgo hay de desteñirse), su comportamiento a la tracción (cuanto tarda en estirarse) o el riesgo de pilling, es decir, que haga bolitas así como problemas en calzado que se despega o al que le entra agua. De nuevo el laboratorio cuenta con infinidad de aparatos para poner a prueba a la ropa. Desde una máquina que simula el roce continuo para ver cómo respondería una prenda hasta pequeños minitambores en los que se simula un lavado doméstico, uno industrial o uno en seco para ver qué comportamiento tendría esa falda o ese jersey. En su mayoría son pruebas para ver la calidad del artículo, pero también hay para velar por la seguridad como ocurre con prendas infantiles. "Tenemos unos calcetines con borlas en los que hay que ver qué probabilidades hay de que se salgan", indica Natalia Crespo.

EElectrónico. El aumento y la diversidad de las nuevas tecnologías hizo que hace unos años el Laboratorio de Consumo de Galicia (abierto desde 1994) crease un departamento específico para el análisis de productos electrónicos como móviles, tabletas, cámaras de fotografías o videojuegos. En este área -cuyo responsable técnico es Jorge Sequeiros-, la mayoría de los análisis se hacen tras las reclamaciones de los usuarios que se quejan de la calidad del producto y que tras reclamar a la empresa fabricante quieren determinar si el defecto es un problema de fabricación o por el mal uso del consumidor.

EQuímico. Su objetivo es determinar la presencia de sustancias químicas inadecuadas en diferentes productos de consumo. "Es un estudio horizontal, es decir, no se centra solo en un determinado tipo de artículos sino que aquí pueden verse productos de otras áreas como juguetes o ropa", explica Crespo. Dotado de una moderna equipación analítica, el departamento estudia desde la composición de una prenda textil hasta la presencia de tóxicos en un juguetes. Precisamente éste es uno de los riesgos que han detectado: la presencia de ftalatos -tóxicos que hay en el plástico y que pueden afectar al aparato reproductor o están vinculados a tumores- en una muñeca. La ley fija que ese tóxico no puede ser más del 0,1% del peso total del artículo, pero en una muñeca que simula una sirena, el laboratorio gallego ha detectado que los ftalatos representan hasta el 40% del peso de la cabeza, por lo que han dado la alerta.