Son demasiadas las ideas que nos llevan a tomar decisiones inconvenientes para nuestra salud. Se han transmitido de manera tradicional y se han convertido en "ley". Muchos siguen creyendo que engordan porque comen pan o que la fruta sienta mal si se consume tras la comida. No es así, pues no existe ninguna base científica que lo avale. Sin embargo, no somos capaces de salir de esa encrucijada y seguimos dudando y confiando en esas falsas creencias. Consulta a tu médico y sigue sus indicaciones.

Cuando intentamos encontrar su origen, comprobamos que no resulta fácil alcanzarlo, pero reconocemos que han estado ahí, en nuestro conocimiento, desde hace años. En ocasiones no tienen mayor trascendencia porque no provocan ningún problema; en otras, deben ser desterradas de nuestra vida porque resultan nocivas para la salud.

Son muchas las teorías que se han infiltrado en nuestra mente y marcan nuestro comportamiento a nivel personal y nutricional que no tienen ninguna base científica y provocan situaciones incómodas. Entre los mitos más extendidos, destacaría:

-Ayunar favorece el adelgazamiento. Es completamente falso porque dejar de comer o saltarse alguna comida activa los mecanismos de almacenamiento de grasa, por lo que el riesgo de obesidad aumenta. Ningún médico te recomendaría que dejases de comer en ninguna circunstancia. ¿Lo habías pensado?

-Beber agua durante la comida es malo porque favorece la retención de líquidos. Son muchos los que solo beben antes de empezar a comer pensando en que esa actitud es beneficiosa para su salud. La realidad es que ingerir agua favorece la masticación y deglución, con lo que la posterior digestión resulta más sencilla.

-Comer fruta tras la comida provoca problemas digestivos. Se relaciona con la posibilidad de la aparición de indeseables fermentaciones a nivel digestivo que alterarían la salud (generándose gases, por ejemplo). Es completamente falso: la fruta es saludable a cualquier hora y no interfiere de manera negativa en el proceso.

-Comer pan engorda. No existe una relación entre el consumo controlado de pan y la obesidad. Los expertos señalan que es importante incluir hidratos de carbono complejos como los que contiene el pan para prevenir el incremento de peso y se inclinan por la utilización de las variedades integrales que resultan más saludables que las elaboradas con harinas refinadas.

-Comer soja es muy peligroso. A pesar de que no hay estudios concretos que avalen esta teoría, todas las alarmas se han disparado tras realizar diferentes experimentos con ratones cuyos resultados no eran beneficiosos. Consulta a tu médico su consumo controlado.

-Mezclar proteínas e hidratos de carbono engorda. No es cierto que comer un filete con patatas, por ejemplo, provoque un aumento de peso directo (aunque esta idea sea la motivación de cierto tipo de dietas en las que se separan los alimentos sin ninguna base científica).

-Consumir leche favorece la aparición de mucosidades. Desde muchos sectores nos bombardean con la idea de que los lácteos provocan el acúmulo de moco a diferentes niveles, por lo que no se recomienda su ingesta durante los procesos catarrales. No existe ningún sustento para esta afirmación.

-Ingerir grasas antes de consumir alcohol evita la borrachera. Son numerosas las personas que creen que tomar una cucharada de aceite o una tostada con mantequilla les permitirá beber todo el alcohol que les apetezca porque no se les "subirá". Aunque no es cierto, la percepción personal es positiva y resulta muy difícil convencerles de que no existe ninguna relación palpable entre ambas actitudes.

-Saltarse comidas rejuvenece. No es cierto en ningún caso, sino que produce efectos negativos como la hipotensión, la depresión, la pérdida de masa muscular, las alteraciones menstruales, etc. que resultan perjudiciales para nuestra salud.

-Los alimentos integrales tienen menos calorías. No es así, ya que suelen aportar las mismas que el no integral. Lo que sí es cierto es que tienen más fibra que aumenta la saciedad y favorece el tránsito intestinal.

-Me engordan los nervios. No es correcto. Lo que sí suele suceder es que, en algunos casos, el aumento de peso se debe a que comemos más cuando nos sentimos nerviosos o padecemos ansiedad.

Consulta al médico tus dudas y olvida los prejuicios que no tienen ninguna base científica. Tu salud es muy importante y la alimentación adecuada es un pilar fundamental para alcanzarla.