Cada siete segundos una niña menor de 15 años contrae matrimonio en todo el mundo. Además un total de 65 millones de niñas no van a la escuela, según informaron ayer diferentes organizaciones con motivo del Día Internacional de la Niña.

Save the Children, por ejemplo, analiza en su último informe Hasta la última niña. Libres para vivir, libres para aprender, libres de peligro las barreras que impiden a las niñas de todo el mundo crecer y desarrollarse en libertad y establece un índice de 144 países basado en las tasas de matrimonio infantil, educación, embarazo adolescente, mortalidad materna y el número de mujeres parlamentarias en el país.

Entre los países peor clasificados del índice se encuentran Níger, Chad, República Centroafricana, Mali y Somalia, que tienen altas tasas de matrimonio infantil, embarazo adolescente o mortalidad materna; entre los países mejor clasificados se encuentran Suecia, Finlandia, Noruega, Países Bajos y Bélgica. España se encuentra en la posición 11, por detrás de Italia y por encima de Alemania, con una tasa de embarazo adolescentes de 9 casos cada mil, mortalidad materna de 5 casos cada 100.000, hay un 43% de mujeres ocupando escaños en el Parlamento y el 85,4% de las niñas terminan la Educación Secundaria. Según el director general de Save the Children, Andrés Conde, "el mayor reto al que se enfrentan las niñas en España tiene que ver con la violencia; en el caso de la violencia de género, 576 menores de edad tenían una orden de protección en 2014".

El matrimonio infantil es una de las principales amenazas para la educación, la salud y la seguridad de la infancia en todo el mundo, alertan las ONG. La Unesco ha alertado de que unos 65 millones de niñas en edad de cursar educación Primaria y Secundaria no van a la escuela; sobre todo en África Subsahariana (donde viven 18,6 millones, de las que la mitad nunca serán escolarizadas). Unicef denuncia que las niñas dedican un 40% más de tiempo que los niños a las tareas del hogar, 160 millones de horas más, sacrificando oportunidades de aprendizaje, crecimiento y disfrute de su infancia.

En este sentido, Entreculturas destaca que "la educación de las niñas supone transformar sus vidas e impulsar el desarrollo de las sociedades en las que viven, permitiéndoles salir de la pobreza, reducir la mortalidad infantil y favorecer el crecimiento económico".