El enigma. Uy, pues parece que Anita la fantástica no ha triunfado en su triunfal regreso a televisión. Que ha hecho una audiencia de lo más raquítica. Y eso que el canal promociona el reality con cargas de profundidad, reclamos de esos que te van directos al hipotálamo y ahí se instalan y tú ya no vives, no duermes, no respiras, hasta que te sientas en tu sofá y las ves a ella enfrente sentada en el suyo, como si fuese una mortal. Tirada, con gafas, quién sabe si incluso con sofocos (y así, ya puestos, promociona su obra teatral). Y eso que la cadena te incita con lemas que son mantras, que devienen en trastornos obsesivos compulsivos si no se tratan a tiempo, si no los enfrentas de cara, sin red, como los trata la psicología inversa. Imposible resistirse a preguntas retóricas del tipo ¿Qué edad tiene Ana Obregón? El mayor enigma de todos los tiempos, un misterio solo comparable a la ingeniería de las pirámides, el idioma del manuscrito Voynich, los círculos de Nazca, el triángulo de las Bermudas, los acertijos de Dan Brown o los asaltos en casa de Bárbara Rey y Kiko Rivera. Y tú, con el mando a distancia, para envidia de Iker Jiménez, los puedes resolver todos de un plumazo. Pues ni con esas.

Pares. Hay pareados que no riman, notas disonantes, parejas disparejas, tándems dispares, piezas que no encajan. Hay asociaciones que, por mucho que nos empeñemos, no funcionan. Nicolás Sarkozy y Carla Bruni, Carmen Martínez-Bordiú y su exmarido cántabro, Ciudadanos y Podemos, Chenoa y Bisbal el reencuentro... Son asociaciones de ideas difíciles. Chirría ver compartir titular en una revista a Antonio David y Brad Pitt. O a Raquel Bollo y Rafa Mora. Alivia saber que la colaboradora de Sálvame lo desmiente y aclara que el conocimiento existe, pero no en el sentido bíblico del término. Son cosas, dicen, de Toño Sanchís. Al que ahora los rumores emparejan con Olvido Hormigos, que se autoligó al conde. Y así todo el día. Es lo que tienen los sistemas binarios infinitos. Que cansan.

Romeo y Julieta. "¡Mi único amor, nacido de mi único odio! ¡Demasiado pronto le vi, sin conocerle, y demasiado tarde le he conocido! ¡Prodigioso principio de amor que tenga que amar a un aborrecido adversario!". Este también es, salvando las distancias, un drama shakespeariano. La modelo y el tenista. Dice la pandilla de Ana Rosa que la chica le reclama un buen pico para zanjar ese amor truncado, ese espejismo de matrimonio. Ella lanza citas de Romeo y Julieta como toda explicación: "Cuando te vi me enamoré y tú sonreíste porque lo sabías". En la historia, que yo recuerde ("Ojos, mirad por última vez. Brazos, dad vuestro último abrazo. Y labios, que sois puertas del aliento, sellad con un último beso") no se hablaba del reparto del dinero. Claro que acababa fatal.

Sin prisa. Isabel, reina (tienes nombre, tienes porte, tienes corte), por favor, ¿de verdad me estás diciendo que Vargas, el escribidor, el Nobel, te ha pedido en tiempo y forma en matrimonio y te estás haciendo rogar? Mujer, que se te han adelantado, en nupcias y portadas, hasta Rociíto y Kiko Rivera. Y no incluyo a Matamoros, y mucho menos a Paz Padilla, porque las suyas fueron bodas de clase B. Tú no tienes prisa, carita de porcelana, porque por ti el tiempo no pasa, se detiene y rebota y les estalla en la cara a Robbie Williams, Camilo Sesto y divos así, que tienen el rostro almidonado. Pero tu hombre tiene una edad. Ya sabemos que compartís secretos de belleza y, puede, cámara hiperbárica, pero dale el sí quiero, anda. Que Tamara ya tiene toca. Perdón: tocado.

Trucos. Anuncian la reaparición de Raquel Mosquera que, entre plató y plató, entre polígrafo y polígrafo, ha estado ingresada en una clínica tratándose de sus cosas. Es, como todo el mundo sabe, de lo más aconsejable. Ya lo dice siempre Jorgeja, que sus programas son culturales y terapéuticos, porque sale todo. Curativos, sanadores. No hay más que ver a Aramís Fuster, que fue pasarse por allí y renacer, rejuvenecer décadas, pasar de los cuatro pelos al pelucón, de arrastrar los pies en zapatillas a llevar plataformas de drag queen. Lo malo es que tanto se curó que, en el camino, perdió el don de la videncia. Ahora vuelve la peluquera a practicar el deporte de moda: el lanzamiento libre a Rocíito. En internet se pueden leer consejos para burlar el detector de mentiras: ser lacónico, no dar pie a otra pregunta, mostrarte segura en todo momento, respirar normal en las cuestiones comprometidas y alterarse en las rutinarias, no bajar la guardia y ensayar, ensayar mucho. Otro truco, para personas con tendencia lenguaraz, bocachanclas, es, literalmente, morderse la lengua. Pero queda feo. En pantalla. Y más con el labio perfilado.