Investigadores del grupo de Neurobiología Molecular, dirigido por la doctora Ángeles Almeida, del Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (Ibsal) y del IBFG -Universidad de Salamanca y CSIC-, han descubierto que la información genética determina la mejor o peor recuperación cerebral tras padecer un ictus.

La hemorragia intracerebral se produce cuando se rompe un vaso sanguíneo en el cerebro de forma espontánea no traumática y este tipo de ictus es el que mayor tasa de mortalidad tiene, ya que la mitad de las personas que lo sufren no sobrevive al primer mes, explicaron ayer fuentes del Ibsal. Quienes sobreviven tienen un elevado riesgo de padecer secuelas y presentar distintos grados de discapacidad, de ellos sólo el veinte por ciento serán funcionalmente independientes a los seis meses.

En la actualidad, no hay un tratamiento médico específico y las soluciones existentes sólo son efectivas en un pequeño porcentaje de casos. Además, el pronóstico tras una hemorragia intracerebral es bastante impredecible, ya que dos personas con un mismo daño pueden evolucionar de forma muy diferente.

En el estudio ahora realizado se demuestra que la recuperación en estos pacientes viene determinada por su genética. Mediante el análisis de un polimorfismo conocido del gen Tp53 humano, esto es, una mutación puntual en el ADN que está presente en un elevado porcentaje de la población, los investigadores del grupo de la doctora Almeida han comprobado que las dos variantes de la proteína, p53-Arginina o p53-Prolina, determinan el pronóstico funcional tras un ictus.