Con maravillosa intuición, a la vista de los personajes representados en el Pórtico de la Gloria, se preguntaba Rosalía Castro: "¿Estarán vivos, serán de pedra / aqués semblantes tan verdadeiros?" Pues los músicos parecieron bajar milagrosamente de sus alturas pétreas con los instrumentos, ahora también milagrosamente transubstanciados en maderas, cuerdas de tripa, y metales, y los templaron para que se cumpliese también la visión de nuestra gran Rosalía "pois os groriosos concertadores / tempran risoños os instrumentos". ¿Qué hubiera dicho la gran poetisa gallega, qué versos sublimes le hubiese inspirado el concierto que dieron el pasado miércoles en la catedral los herederos gallegos de aquellos músicos también gallegos del Pórtico tañendo los instrumentos, representados hasta en sus menores detalles en el monumento, y hechos realidad merced a la iniciativa de unos investigadores, el oficio de unos luthieres y el patrocinio de una fundación?

Se conmemoraba con el concierto, de la mejor manera posible, el medio siglo de existencia de la Fundación Pedro Barrié de la Maza; la que había proporcionado en su día los medios para que pudiesen reproducirse los instrumentos musicales del Pórtico del maestre Mateo. Y, por vez primera, se hacían sonar juntos todos ellos. Recordaba el catedrático, Carlos Villanueva, en unas magníficas notas al programa, que en 1991, hace veinticinco años, también a finales del mes de noviembre, se celebró un concierto en el que se presentaron los instrumentos del Pórtico junto al mismo monumento. En esta ocasión, no pudo ser así porque esta joya escultórica de la cultura occidental se halla en un admirable proceso de restauración, también auspiciado por la Fundación Pedro Barrié de la Maza. Como evidente compensación, la presencia del andamiaje permite la visita hasta la zona más elevada del Pórtico, y de este modo, con inusitada inmediatez, comprobar que están vivos aquellos gloriosos personajes y observar la realidad y perfección de los instrumentos mismos.

El acto musical fue una maravilla. Hasta un total de setenta músicos participaron en él cantando o tocando los más diversos instrumentos. Muchos de ellos, hasta veintiún ejemplares, representados en el Pórtico (fídulas ovales y en ocho, arpa, rota, viola, laúd, organistrum?), integrando una verdadera orquesta. Carlos Núñez, investigador musical que, además de extraordinario tañedor de flauta y gaita, se halla dotado de facultades especiales como presentador, hizo notar que las piezas que iban a ser interpretadas abarcaban cerca de mil años de actividad musical en Galicia: desde el siglo X al XIX. Él se encargó de abrir el concierto con una espléndida versión en su gaita -de hermosa sonoridad- de la Salve Regina (siglo X), atribuida a San Pedro de Mezonzo; el acompañamiento de órgano realzaba de un modo impresionante la preciosa partitura.

A continuación, y para Congaudeant Catholici, cántico recogido en el Codex Calixtinus (siglo XII), actuó el Coro Infantil y Juvenil Cantabile, que dirige Pablo Carballido; en la parte instrumental, sonó el singular organistrum, que ha de ser tocado por dos personas, tal como se aprecia en el Pórtico; además, dos arpas y la flauta de Carlos Núñez llevando la melodía. También acompañado por el organistrum, y asimismo incluido en el Codex Calixtinus es el himno Dum paterfamilias o canto de Ultreia. Una página de rica sonoridad, en que intervienen, además de un amplio conjunto de instrumentos de cuerda (sobre todo, fídulas), dos larguísimas trompetas que, al tocar, se proyectan hacia las alturas, creando una imagen de gran plasticidad; asimismo suena el olifante, cuerno de extraño sonido que no aparece en el Pórtico; pero que pertenecía al orgánico de la Catedral; Carlos Núñez llevó la melodía con una larga flauta de pico; también intervino la voz humana. Siguió la Marcha de las chirimías, con ejemplos extraídos de las catedrales de Santiago, Lugo y Tui; se trata de instrumentos parecidos al oboe y a la dulzaina; su sonido un poco ácido, pero atractivo, sonó sobre tambor, cuerdas y órgano; Carlos Núñez llevaba el motivo principal con la flauta. Una selección de las Cantigas de Santa María, de Alfonso X el Sabio (siglo XIII) trajo de nuevo al coro coruñés Cantabile que tuvo una notable actuación, acompañado por flauta, cuerdas y tambor.

Carlos Núñez explicó que la gaita sólo podía entrar en las catedrales el día de Navidad. E interpretó un precioso Villancico de Mondoñedo, compuesto por José Pacheco, maestro de la catedral de esta ciudad (siglo XIX), con acompañamiento de cuerdas y pandereta. Finalmente, y con todo el esplendor del tutti instrumental, órgano incluido, sonó la Marcha do Antigo Reino de Galicia, que puso al público en pie, para ovacionar a todos los intérpretes; incluida una amplia procesión de gaiteiros -la Banda de gaitas Xarabal- que desfilaron por el pasillo central marcando la melodía de este himno gallego. El entusiasmo del público fue correspondido con la repetición del cántico Dum paterfamilias.