La obesidad es la segunda causa de muerte evitable en el mundo y los profesionales sanitarios llevan años trabajando para solventarla. Los retos médicos que conlleva se debatieron ayer en el I Simposio del Grupo Gallego de Tratamiento de la Obesidad Grave que se celebró en Santiago. La cirugía es un extremo al que llegan muchos pacientes y sobre el que se centró este encuentro; sin embargo, más allá de las implicaciones físicas de la enfermedad, también existen las psicológicas. Jesús Pérez, de la unidad de Desórdenes de la Alimentación del CHUS de Santiago, intervino ayer para recordar el papel que juega la salud mental de los pacientes en su recuperación.

La obesidad puede ser causante de sufrimiento mental y viceversa. "Crea dificultades psicológicas desde la infancia, porque los niños con sobrepeso son objeto de burla, este es uno de los factores causales de los trastornos de la conducta alimentaria porque las burlas hacen que tengan un miedo patológico a la ganancia de peso", subraya el médico. Ocurre también en el sentido contrario. Las personas atraviesan una situación complicada pueden encontrar en la comida la satisfacción. Como explica Pérez, ingerir alimentos representa para ellos "un ansiolítico, un consuelo" y a la vez un castigo: "Hay personas que sufren un rechazo social que les llevan a mantener relaciones que soportan simplemente porque creen que no van a encontrar a nadie mejor y eso les lleva a comer más, como un maltrato".

El doctor incide en la necesidad de que estas personas sean vistas como pacientes por la sociedad: "Muchas veces se ve como una falta de voluntad por parte del obeso, se le ve una persona débil, descontrolada e impulsiva". Sin embargo, en muchos casos su conciencia de la situación que están atravesando no es la misma que la de su entorno. "Hay diferentes grados, pero normalmente tienden a ocultar lo que comen, les preguntas los motivos por los que ingieren tanta comida e intentan restarle importancia, quieren engañar al profesional médico pero también a sí mismos", indica. Antes de pasar por una intervención quirúrgica los pacientes deben someterse a una evaluación psicológica que certifica sus cambios de hábitos alimentarios, que comprendiendo la complejidad y riesgo de la operación y para descartar posibles trastornos mentales y rasgos patológicos de personalidad de los pacientes.

El entorno del obeso es primordial en el proceso, pues los pacientes deben sentirse acompañados en el proceso. "Las críticas feroces suelen surtir el efecto contrario, llevan a los pacientes a comer más", advierte Martínez, que cuenta que en la consulta se encuentra con familiares que ponen trabas al cambio de hábitos de los pacientes. "Pasa mucho por ejemplo en las amas de casa, si hacen comidas de dieta la familia no lo acepta o, por ejemplo, personas que piden a su pareja ir a dar un paseo y esta no las acompaña", lamenta. El médico recuerda la dureza de enfrentarse a los cambios de hábitos alimentario y la labor de acompañamiento que pueden realizar los familiares.