Domingo 15

Las extensiones. Bigote, digo Edmundo, no. Estáis equivocados Camilo, Donald y tú, los tres. Lo dicen los estudios científicos. Son concluyentes. Ese pelucón que os gastáis en vuestra dorada madurez no os confiere mayor atractivo. Al contrario -¿verdad, Matamoros?- es la calvicie, el cráneo limpio de polvo y paja (y pelo), la que irradia poderío, testosterona y sexappeal. Lo digo porque los de cotilleo y vanitatis te han pillado con el carrito del helado, siendo el carrito un establecimiento de extensiones capilares (low cost, eso sí) y el helado, tu acompañante, pero no la Campos madre, ni mucho menos Terelu, ni la otra cuyo nombre nunca recuerdo, la de la asociación de humoristas, la de Intereconomía, la de Interviú... no, tu hermana, tu familia, sangre de tu sangre, compañera de aventuras pilosas, sustento de tus tirones. Tanto sufrir para perder atractivo, también tiene su aquel. A no ser que el relleno (la pelambrera) no fuese a parar a la coronilla si no, pongamos, al bigote o al pecho. Otra investigación apunta que los hombres de velludo dorso son más inteligentes. Quien no se consuela es porque no quiere, que diría María Teresa.

Lunes 16

Azúcar. Hay más ositos de peluche y de gominola, más nubes de algodón y más corazones de helio en los arrumacos de la Pedroche y su chef que en una baby shower. Más peluche rosa que en los estilismos -y todo lo demás- de Álex Gibaja. A un mes vista de San Valentín el riesgo de hiperglucemia se dispara. No les andan a la zaga Risto y su chica, tanto azúcar, tanto merengue, tanto anuncio de boda inminente, que él se monta un programa como el de antes pero con más amor. Y para demostrarlo qué mejor que llevarse al estreno a Nacho Vidal. Estos han superado con creces a Paula y Busta o a Shakira y Piqué. Claro que los asuntos del corazón van como van y también se deshacían en mimos Brad y Angelina, o Alba y Feliciano, y ya ven.

Martes 17

Onomatopeyas. Ya tardaba en aparecer Pipi (¡ding dong!) o, como reza el dicho, éramos pocos... (¡pop!) Ha llegado él (¡zas! ¡quiquiriquí!) y, como buen prestidigitador de palabras ha rescatado no solo el refranero, también las figuras retóricas. Para meterse con su ex, la ínclita Teresa Lourdes (¡paf!) Que si a la mujer lo que le falta es mambo (Aaaa ¡Hu! Ey Aaaa ¡Hu! Aaaa ¡Hu! ¡Hu! maaaam-bo maaaam-bo), que si el pimpam, pimpam. Ella, no sé qué del guau guau. Y una entiende de golpe, de súbito, de improviso (¡Ay!) lo que unía a esta (ex)pareja: las onomatopeyas, en las que tan rica es la lengua de Cervantes. Perdón (uf) por reunir estos nombres propios en un mismo, y tan reducido espacio (cri-cri...).

Jueves 19

Tareas domésticas. Un adonis, no (el físico no importa, dice su mujer). Amo de casa, tampoco. Hasta ahí, no. Se levanta si la niña llora (está más hecho a los horarios noctámbulos), y hasta cambia pañales si se tercia, eso sí. Pero más de eso, no. Buen amo de casa, a decir de su esposa, no. Quien tuvo, retuvo. Ahora que ojito con esas cosas. Lo dice el CIS: las parejas españolas discuten por el dinero, qué peli ver, el sexo y la educación de los hijos, pero sobre todo, más que nada, por el reparto de las tareas domésticas. La colada, la cocina, la limpieza del baño, la compra y el orden son, por este ídem, los asuntos más peliagudos. Al fin y al cabo, los Pantoja son una familia normal y corriente. E Isabel, una abuela como cualquier otra. A ver si no.

Viernes 20

El cuento. Julián Contreras está de vuelta. Julián Contreras padre, no, pero no tardará; el chaval suele hacerle de punta de flecha, de avanzadilla. Julián jr, Jualianín de niño, es el ceniciento del cuento. Los hermanastros son los Rivera, que son los guapos, exitosos y casados (dos veces). El ceniciento, con su papá adosado, protagonizó la gran espantada de medianoche durante el baile de la última boda familiar. Les hicieron un feo, contaron luego urbi et orbi, y se marcharon. Con el cuarto, porque aquí hay un cuarto hermano, se arreglan y se desarreglan, según. Ahora están arreglados. Hasta celebran los cumpleaños juntos y a lo grande. Mientras, ceniciento festeja el suyo en la soledad de su modesto hogar, con papá y el gato. Pero los dioses, como es tan bonachón, le han transformado en un tío cachas y por eso, y en su natural condición de ceniciento, acude a un programa para cambiar su imagen. Encuentra allí al hada madrina, una campanilla casi, y hace como que tontea con ella, porque ceniciento, ya lo sabrán, anda a la búsqueda del amor 2.0. En resumen, que Julián ha vuelto. Y colorín, colorado.

Miércoles 18

Edades de hielo. ¿Pero qué está pasando entre los Preysler y su álbum de fotos familiar (sic), su revista de cabecera, su refugio de montaña, sus cuarteles de invierno, su calor de hogar, su particular BOE? Tamara se ha enfadado, incluso dice que mamá todo pasa y nada queda. Tamara se ha enfadado por unos ángulos. Sus peores ángulos. Y es raro. Uno, porque la chica no se dedica a las matemáticas ni a la geometría. Dos, porque es tradición consuetudinaria el respeto proverbial del cuché hacia los llamémosles ángulos, o facetas, o perfiles más favorecedores de todos los miembros de su familia. De confirmarse la ruptura, más traumática que la de Brad y Angelina, más inesperada que la de Antonio y Melanie, más bronca que la de Antonia y Lequio, estaríamos, fíjense lo que les digo, ante una nueva era, un nuevo ciclo terrestre; entrando en un „qué sé yo„ cuaternario, otra edad de hielo, o bronce, o grafeno, provocada por una hecatombe natural mayúscula, solo comparable al impacto de un meteorito con la Tierra o una glaciación extrema. Y frío ya