El juez de Menores de Granada Emilio Calatayud, conocido por sus sentencias ejemplificantes, se mostró a favor de que los padres "violen" la intimidad de sus hijos y accedan al contenido de sus teléfonos móviles, especialmente si son menores de 14 años. Su contundente afirmación abre ahora una serie de cuestiones para los padres: Mirar las fotos que cuelgan en Instagram, las historias que publican en Snapchat o leer las conversaciones que tienen con sus amigos en WhatsApp, ¿es adentrarse demasiado en su intimidad o, por el contrario, es actuar de forma responsable?

El fiscal delegado de menores Jorge Fernández Caldevilla mantiene la misma tesis que el juez de Granada. El pasado mes de noviembre alertó, en una jornada titulada Respetando la intimidad: protección y trato cálido, que es obligación de los padres velar por los hijos en el ejercicio de la patria potestad, lo que les ampara para que controlen las redes sociales que utilizan y los contenidos a los que acceden.

"Con las nuevas tecnologías los efectos se multiplican enormemente, porque los menores no son conscientes de la trascendencia de ese tipo de comunicaciones y utilizan móviles con los que su imagen y sus comentarios llegan a todo el mundo y son imposibles de parar, amparados también en el anonimato", advirtió a los asistentes.

La ley española no permite que por debajo de los 14 años los niños y adolescentes se abran cuentas en las redes sociales. De este modo lo recuerda la Asociación Española de Responsables de Comunidad Online y Profesionales Social Media (Aerco-PSM). No se trata de qué es lo que hace el menor en ellas, sino de que no pueden ceder su información. Por debajo de esa edad, es necesario el consentimiento de padres o tutores.

El Reglamento de protección de datos de la Unión Europea, que entró en vigor el 25 de mayo de 2016 y que no comenzará a aplicarse hasta el 25 de mayo de 2018, establece que la edad a la que los menores pueden prestar por sí mismos su consentimiento para el tratamiento de datos personales en el ámbito de los servicios de la sociedad de la información (en el que se incluyen las redes sociales) es de 16 años. Sin embargo, permite rebajar esa edad y que cada Estado miembro establezca la suya propia. El límite inferior es de 13 años. A partir de entonces España podrá aumentar el límite a 16 años o mantenerlo en 14, una edad que sigue estando por encima de lo que muchos padres piensan. La Aerco-PSM afirma, además, que en Estados Unidos las redes sociales -como Facebook- se rigen por la legislación de California, cuyo límite de edad para acceder a ellas son los 13 años. El problema es que no exigen ningún tipo de identificación que verifique que el menor tiene realmente la edad que dice tener y por eso internet está también repleto de perfiles falsos.

Para que una red social sea considerada como tal, debe poder crearse un perfil, ceder datos propios e interactuar con otros. Servicios de mensajería como WhatsApp son, por tanto, redes sociales. También muchos juegos que permiten interacción entre distintos usuarios, como la famoso aplicación Pokemon Go, algo que muchos padres desconocen. "Nosotros entendemos que para usar estas aplicaciones lo mejor es cumplir la legislación vigente: que tienes que tener 14 años. A partir de esa edad el menor ya no es un niño, es una persona un pelín más madura", afirma la Aerco-PSM. "A partir de esa edad tendríamos que empezar a trabajar con todo el tema de educación y cada padre tendrá su modelo", añaden desde esta entidad.

Precisamente los expertos coinciden en el papel principal que juegan los padres en este sentido. En España, un 97% de los menores entre 10 y 15 años utilizan internet. Siete de cada diez niños de 10 años tienen teléfono móvil y más del 60% poseen ya un smartphone con, más que posiblemente, unas cuantas redes sociales en él. Datos que, para Venancio Martínez, presidente de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria, deberían alertar a los padres. Martínez resalta que los menores no utilizan internet "con un fin", como los adultos, sino que comienzan a usarlo por curiosidad, luego como un juego y, al final, terminan sin poder vivir alejados de él. "Creo que hay que perder cierto complejo que tienen ahora los padres y que está dando lugar a que haya adultescentes: los que quieren comportarse como sus hijos, ser amigos de ellos", resalta este especialista.

Martínez considera que estos padres relegan la responsabilidad de educar en estas cuestiones a los centros educativos o a los medios de comunicación. Pero esta tarea debería ser de ellos, orientados, a su juicio, por los pediatras siempre que lo necesiten.

Recomienda que los padres no compren un móvil propio a los niños hasta cumplidos los 14 años, aunque "lo tengan sus amigos". También pide que asuman el papel de primer educador; que se esfuercen por conocer el medio digital. Una vez hecho esto, este especialista en salud infantil considera que hay que poner límites, estableciendo reglas de convivencia. Y preguntar a los padres de los amigos de sus hijos sobre su percepción y reclamar su colaboración en la identificación de cualquier uso anómalo. "Ésta es la red social más importante", afirma.