Casi dos años puede acortar la esperanza de vida el hecho de ser pobre, según un estudio científico que sitúa por primera vez el estatus económico bajo entre los principales escollos para la salud de la población. Tanto es así que la pobreza influye más que el consumo de alcohol, según el referido trabajo. Y casi cinco años -concretamente 4,8 años de media- puede acortar la longevidad el tabaco; el primer factor de riesgo.

El trabajo, publicado en la revista The Lancet,es el primero que compara la esperanza de vida entre personas de diferente estatus socioeconómico y la correlaciona con otros factores de riesgo que la OMS ya asocia a una mayor mortalidad. Y esa revisión de estudios financiada por la Comisión Europea ha revelado que las condiciones socioeconómicas pueden provocar un impacto similar al que causa el sedentarismo.

"Se sabía que la educación, la renta y el trabajo afectan a la salud, pero pocos estudios han examinado la importancia de estos factores socioeconómicos", aseguró el profesor del University College de Londres, Mika Kivimaki, que participó en el estudio. "Las pobres circunstancias sociales y económicas parecen matar a la gente al mismo ritmo que los poderosos factores de riesgo como el consumo de tabaco, la obesidad y la hipertensión", reconoció en la misma línea la investigadora Silvia Stringhini, del Hospital de Lausana (Suiza) y principal autora del estudio.

Los expertos admiten que estudios previos ya han demostrado que las personas con un bajo nivel socioeconómico son más propensas a tener peor salud por las condiciones en las que han vivido durante sus primeros años de vida, por un mayor estrés psicosocial o falta de apoyo social, y por un menor acceso a los sistemas sanitarios, entre otras cuestiones.

Para su investigación analizaron datos de 48 estudios de cohortes independientes del Reino Unido, Italia, Estados Unidos, Australia, Portugal, Suiza y Francia, que en total incluyeron datos de más de 1,7 millones de personas adultas. Todos los participantes se sometieron a un seguimiento medio de trece años.

Los autores del estudio confían en que a partir de estos hallazgos las autoridades sanitarias tengan en cuenta el bajo nivel socioeconómico como un factor pronóstico para predecir la mortalidad prematura, ya que es un factor de riesgo modificable a través de políticas a nivel local, nacional e internacional.