Es el único español que ha aspirado al Nobel de la educación, y eso que nunca soñó con ser maestro. A profesor extraordinario llegó con el tiempo un niño que odiaba las matemáticas y los libros. "No es que no me gustase leer, lo que no me gustaba es que me obligasen a leer, que es distinto", subraya. Escuchar es uno de los pilares de la nueva educación que defiende. Potenciar las emociones, el otro. César Bona (Zaragoza, 1972) asegura que en cada niño hay un talento por descubrir, y aboga por situarlos "en el centro" del sistema educativo. Hoy hablará en la sede de Afundación (20.00 horas, Cantón Grande, 24) de Las escuelas que cambian el mundo, lugares que cuentan con "alumnos motivados, maestros corrientes y padres cómplices detrás". Escuelas que no están en Finlandia ni en Suecia, sino en España, y que cuentan con un "proyecto integral" donde el respeto, la creatividad, la imaginación, el trabajo en equipo o la empatía son "el mejor camino para completar la enseñanza de las asignaturas tradicionales".

-Su último libro, Las escuelas que cambian el mundo, es el fruto de un viaje por siete centros españoles que apuestan por otra forma de aprender, entre ellos, O Pelouro, en Tui. ¿Con qué filosofía trabajan?

-Son escuelas que educan para crear seres sociales, en las que se escucha a los niños y que los sitúan en el centro de todo. Nos empeñamos en educar en la individualidad, pero la mayoría de las acciones que realizamos desde que nos levantamos hasta que nos acostamos son interacciones con los demás. Los conocimientos son importantes, pero hay muchísimas otras cosas que son esenciales y siguen sin enseñarse en la escuela. Habría que dedicar cada minuto del día a educar para la sociedad. Es invertir tiempo para la vida.

-Habla de situar a los niños "en el centro de todo". ¿Qué les pueden enseñar a los padres y los profesores?

-A veces los adultos subestimamos a los niños. Pueden aportar muchísimas cosas cuando se les escucha, porque tienen mucho que decir. Bastaría con saber enfatizar ese aspecto. Por ejemplo: nos olvidamos de que la magia está en las pequeñas cosas, ellos la ven. Lo miran todo con curiosidad, algo que deberíamos intentar no perder nunca. La escuela debe trabajar por eso.

-¿Es posible aprender sin deberes?

-Los deberes deberían complementar ciertos aspectos, ya sea en forma de investigación o relacionándolo con lo que los niños tienen en su entorno. Pero el sistema educativo sigue siendo memorístico y repetitivo.

-¿Y sin exámenes?

-Mucha gente tiende a confundir exámenes con aprendizaje. Pero los exámenes no son la solución para aprender. Con el sistema actual, los conocimientos no se retienen. De hecho, hay estudios que dicen que, a los 30 días, el 90% se han olvidado. ¿Y por qué se olvidan? Porque no se da importancia al proceso.

-El sistema educativo tiende a medir mucho a los alumnos, a hacerlos competir...

-Los niños son, muchas veces, la proyección de los padres, y éstos, la proyección de la sociedad. Y no nos damos tiempo de pararnos y pensar que los niños deben tener tiempo para jugar. Debemos hacer también por que vayan felices a la escuela.

-¿Cree que la figura del docente está suficientemente valorada en España?

-Creo que habría que valorarla más. La educación ha de mejorar la sociedad, así que deberíamos empezar a dar más importancia a los profesionales que se encargan de formar a todos los demás, colocándolos en el lugar que se merecen.

- ¿El maestro nace o se hace?

-Supongo que habrá quien siempre soñó con ser maestro, pero en mi caso no fue así. Yo me enamoré de mi profesión el día en que atravesé por primera vez la puerta de un aula para realizar las prácticas de Filología inglesa. En ese momento fue cuando descubrí la importancia de escuchar, entender y estimular la creatividad de los niños.

-Se habla del "síndrome del profesor quemado". ¿Usted lo ha experimentado?

-Nunca, y jamás me he arrepentido de ser docente. Es verdad que en el algún momento puntual he podido sentirme quemado por alguna situación, pero el gran privilegio que tenemos los maestros es que cada día es diferente y que podemos aprender de los niños. Siendo consciente de ello, creo que nunca puedes llegar al hastío de esta profesión. Los regalos que te hacen los niños son los logros que consiguen y verlos llegar ilusionados a la escuela.