Uno de los síntomas de que la mejoría económica empieza a llegar al bolsillo de las familias es que cada vez son menos los gallegos que tienen dificultades para adquirir medicamentos. Según el último Barómetro del Ministerio de Sanidad, alrededor de 43.000 personas admitieron que dejaron de tomar algún fármaco recetado por su médico por motivos económicos, el 1,6% de la población de Galicia. Esta cifra es, sin embargo, un 70% inferior a los 140.000 que renunciaron a sus medicinas por no poder pagarlas en pleno azote de la crisis.

El incremento del copago farmacéutico contribuyó a dificultar el acceso a los medicamentos a los colectivos más vulnerables. Aunque la Consellería de Sanidade siempre aseguró no tener constancia de que hubiera pacientes que dejaran de recoger sus fármacos por razones económicas, la Xunta decidió dar un giro social a sus políticas al final de la pasada legislatura y lanzó una orden de subvenciones para que familias con poco recursos pudieran beneficiarse de ayudas de hasta 120 euros anuales para el pago de medicinas.

El pasado año, sin embargo, la cifra de personas que declaraban renunciar a algunos fármacos por su elevado coste ya había caído notablemente con respecto al ejercicio anterior. Si en 2015 se encontraban en esta situación el 1,8% de los gallegos, unas 50.000 personas, en 2016 esta cifra bajó a 43.000.

Y si se compara con hace cuatro años el descenso ha sido aún más radical. En 2013 había 145.000 gallegos que dejaron de tomar fármacos por ser muy caros, una cifra que se mantuvo en 120.000 durante 2014.

En comparación con el resto de España, los gallegos son los que tienen menos dificultades para comprar medicamentos. De hecho, el 1,6% de personas que declaran haber renunciado a algún fármaco por ser muy caro está muy por debajo de la media nacional del 4,4%.

Y mientras algunas personas todavía tienen dificultades para adquirir medicamentos, otros acumulan envases en sus domicilios. De hecho, el número de gallegos que almacenan fármacos en sus casas se incrementó un 50% hasta las 443.000 personas (el 16,3% de la población). De ellos, sin embargo, la mitad tienen una buena excusa: el médico se los receta por adelantado para que no les falten. Y otro 31% declara que les sobraron después de cambiar de tratamiento.

El problema está en casi un 17% de personas que asegura que tiene los fármacos en casa porque decidió no seguir el tratamiento prescrito por el médico. Son más de 74.000 los gallegos que deciden no tomarse la medicación que les receta el facultativo, el triple que un año antes, cuando solo el 8,5% aseguraba prescindir de las medicinas dispensadas.

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