Es un error proclamar que la sociedad pervierte y corrompe, afirma categórico Adolf Tobeña (Huecas, 1950), catedrático de psiquiatría en la Universidad Autónoma de Barcelona y autor de Neurología de la maldad (Plataforma editorial), su reciente libro dedicado a abordar los resortes biológicos que disparan la predisposición a un comportamiento asocial y amoral. Esta obra, sin concesión alguna al mito rousseauniano del buen salvaje ni mucho menos a la banalidad del mal de Hanna Arendt, trata de aportar conocimientos biológicos a los jueces para que entiendan lo mejor posible el funcionamiento de la gente peligrosa. Hay, asegura, centenares de genes identificados por su propensión a la maldad. El malo, pues, nace malo.

-Profesor Tobeña, ¿somos al nacer buenos salvajes o por el contrario ya llegamos santos o malvados?

-Todo eso depende de la complejísima lotería de la biología. Los hay que nacen malvados. Eso de que la sociedad pervierte y corrompe es un error. Los hay que nacen de fábrica con propensiones muy dañinas que ponen de manifiesto ya desde la guardería y otros que nacen siendo unos bonachones.

-¿Quiere decir que la maldad ya está en los genes?

-No se trata solo de prescripciones en los genes, depende también del desarrollo del cuerpo y de cómo acaba cristalizando la maquinaria hormonal y cerebral.

-¿Es que los factores ambientales no influyen en la formación de esas mentes perversas?

-Poco. Si eres bueno de base van a tener que entrenarte mucho para que te conviertas en un sicario y aunque lo consigan nunca serás el más cruel. La carga biológica explica el 70% de las propensiones a hacer daño y a no sentir el dolor ajeno. El azar y las compañías influyen en un 30%.

-¿Por qué la maldad alcanza a veces cotas tan brutales que no caben en la cabeza de quienes se consideran a sí mismas personas más o menos normales?

-La máxima maldad humana se produce en los conflictos bélicos y en las luchas entre grupos terroristas. En cuanto a la maldad individual es cierto que en algunos casos llegan a atrocidades inauditas. Los que hacen esto es porque se lo pasan bien, disfrutan viendo sufrir a los demás y llegan así al clímax del placer generando dolor.

-¿Somos peores cuando actuamos en grupo (bandas, clanes y hermandades) que cuando hacemos el mal en solitario?

-Hay individuos que para cometer las peores atrocidades no necesitan a ningún grupo, pero es cierto que algunos individuos no llegarían a cometer ciertas barbaridades si no estuviesen en la efervescencia de un grupo.

-¿No hay forma de reducir la cuota de asesinos, villanos, matones y bribones que se renueva sin cesar?

-No, porque esa cuota la fabrica la biología en cada generación.

-Así que esa guerra está perdida.

-No del todo. No se puede cambiar el porcentaje de base de cada generación de estos tipos excepcionalmente dañinos que no llega al cinco por ciento. En todas las culturas es así. Se les conoce como el 5% de tóxicos. Hay un 65% de personas que puede apuntarse a hacer desaguisados de todo tipo. La gente buena que tiende a portarse siempre bien es el 20%.

-Concrete por favor del papel de los genes en los criminales.

-Hay genes implicados en la propensión a la irascibilidad, en la agresividad física reiterada o en la insensibilidad hacia el dolor ajeno. Si uno reúne todos esos genes y carece de los que nos alteran cuando vemos sufrir a alguien su carga genética está más próxima a la criminalidad. Tenemos ya centenares de genes identificados que marcan la propensión a este tipo de actitudes tóxicas.

-¿Qué es el gen MAO-A?

-Es el que llevan las personas más impulsivas, más temerarias. Este gen bloquea el sistema de serotonina en el cerebro que es uno de los mejores frenos que tenemos ante reacciones poco meditadas.

-¿Y los genes finlandeses?

-Son otras variantes que ayudan a trabajar a la serotonina, la noradrenalina cerebral y la cadherina que algunos han localizado solo en Finlandia. Cuando no funcionan bien, aumenta la propensión a la agresividad.

-¿Qué tenía en la cabeza el piloto Andreas Lubitz cuando decidió estrellar el avión de la compañía Germanwings que pilotaba, causando la muerte de todos los pasajeros?

-Una enfermedad mal tratada. Eso no tiene nada que ver con la maldad. Este señor pasaba por una profunda enfermedad con una patología que pudo haberse corregido si se la hubiesen tratado sus psiquiatras. Tenía una depresión severísima con sintomatología psicótica y pérdida del juicio.

-¿Es el estafador Bernard Madoff un malvado?

-Llevó a la ruina a mucha gente y aquí sí hay maldad y no olvidemos que el mal no es banal. El estafador, el sinvergüenza, te arruina la vida aunque no te cause daño físico.

-¿Es que acaso estaba equivocada Hanna Arendt cuando explicaba su teoría de la banalidad del mal al enjuiciar el papel Adolf Eichmann, un personaje clave en la deportación masiva de judíos europeos a campos nazis de exterminio?

-La teoría de la banalidad del mal es un error monumental que debería liquidarse de una vez. Se equivocó en el diagnóstico de Eichmann, al que vio como un pobre funcionario que cumplía órdenes. Hay estudios que destaparon que era un criminal muy peligroso y que estaba entre el uno por ciento de los más crueles. El mal siempre es complejo incluso en los casos de suicidio. Hay suicidas que molestan muy poco y otros que se llevan por delante a toda la familia y luego se suicidan. Hay gente antes de matarse ellos se cargan primero a veinte.

-¿Cuál es su conclusión respecto de las psicopatías de "cuello blanco"?

-Son las que padecen individuos en puestos directivos y en la cima del poder político y bancario que aprovechan determinados atributos para lograr solo sus intereses pisoteando los de los demás sin escrúpulos de conciencia. Si además son ambiciosos y dominantes tienen más fácil llegar a la cúspide.

-La gente se pregunta qué tenía Rodrigo Rato en su cabeza con todas las causas judiciales pendientes cuando fue a comulgar en una iglesia repleta de fieles con motivo de un funeral. ¿Le sorprende la extrañeza que provocan estos comportamientos de personajes que aparentan no tener sentimiento de culpa alguno pero que ya están condenados por el público?

-Se puede ir a comulgar con o sin sentimiento de culpa. Esta es una extrañeza hipócrita, salvo en la gente más ingenua. Se puede comulgar por muchas razones y pocas tienen que ver con la necesidad de expiar un pecado. Los individuos malignos de verdad carecen del sentimiento de culpa, de remordimiento y de compasión. No todo el mundo tiene escrúpulos.

-¿Admite sin remordimientos una conciencia normal utilizar las tarjetas black de Caja Madrid hasta para el gasto personal más personal y caprichoso?

-No, y lo malo es que lo hicieron hasta los sindicalistas. Puedo sospechar que son todos unos sinvergüenzas pero es solo una sospecha porque la conducta de la gente es variada y compleja.

-Ha pasado algo similar con Federico Trillo, que parece tener la conciencia completamente tranquila a pesar del dictamen que establece la responsabilidad de su ministerio cuando era su titular, emitido por el Consejo de Estado, órgano del que es miembro en excedencia.

-Lo que hemos visto es que su compañera de partido María Dolores de Cospedal ha pedido perdón. Que Trillo no lo haya hecho es algo que le retrata pero es un señor al que no conozco.

-Asistimos a cambios culturales muy profundos, entre los que destaca la combatividad femenina. ¿En que se traduce todo eso en el ámbito de las psicopatías femeninas?

-La psicopatía femenina está por estudiar a fondo pero es como la masculina. La cultura provoca cambios en la agresividad femenina ordinaria y aparecen episodios de vandalismo femenino que antes no se daban. Y ya es también más frecuente ver la violencia física en los patios de las escuelas con episodios de torturas físicas entre compañeras.

-¿Es también el maquiavelismo una forma de maldad?

-Sí, es una forma de inteligencia, un rasgo del ingenio para saber aprovecharse de los demás. La gente más sabia no tiene ese rasgo maquiavélico. Es el ingenio para falsear, camuflarse, ocultar las propias intenciones y colocar a los demás al servicio de tus intereses sin que los demás se enteren.

- Quizá habría que prestigiar el ejercicio de la virtud.

-La virtud se promueve de muchas maneras y una de ellas es poner la tecnología al servicio de la buena conducta porque será más efectiva que la educación religiosa o familiar. Hacen falta además buenas normas, buenas leyes, jueces sabios, buenos profesores y buenos policías.

-¿Harán falta también buenos políticos?

-¿Existen? Obama se ha retirado como un ejemplo de prudencia y buen criterio comparado con el resto de presidentes norteamericanos. Ha estado ocho años dando buen ejemplo pero ha servido de bien poco.

-Y usted como neurocientífico ayuda a los jueces a desvelar los resortes que anidan en la imaginación de la gente más peligrosos, ¿no?

-Aportamos a los jueces conocimiento biológico para ajustar sus procesos de decisión y sus criterios con conocimiento de causa. Les asesoramos detectando y explicando las peculiaridades del funcionamiento de la gente peligrosa.