En los estertores de la era Obama, la población negra de Estados Unidos volvió a levantarse bajo un único grito. El hashtag Black Lives Matter (las vidas negras importan) inundó redes sociales y foros de opinión, a raíz de las muertes de los ciudadanos afroamericanos Michael Brown y Eric Garner, a manos de agentes de policía. Esta campaña tuvo una rápida respuesta de los sectores más conservadores del país, afirmando que "todas las vidas importan", no solo las de esta minoría históricamente marginada.

Una de las últimas réplicas a esta generalización malintencionada salió a la luz hace pocas semanas. Y resultó sorprendente, pero no por su protagonista ni por sus formas, sino por la profundidad de su razonamiento, bajo capas de malotismo y distorsión: "Honestamente, no es por ser negros. Sucede con los amarillos, los marrones y los rojos. Es sobre cualquiera que no tiene dinero. También sobre blancos pobres a los que llaman basura".

Quien escupe estos versos con furia es Ice-T, al frente de su banda de heavy metal Body Count. Forman parte de la letra de No Lives Matter (Ninguna vida importa), el single de adelanto su inminente nuevo disco, Bloodlust. El veterano rapper aporta en esta pieza un punto de vista casi marxista sobre un tema tan espinoso. "Es como si yo digo las vidas gays importan y tú dices que todas las vidas importan. O que la vida de las mujeres importa, y tú respondes que todas las vidas importan -reflexiona en la introducción de la canción-. Estás diluyendo lo que yo digo. Estás diluyendo el tema. El tema no es sobre todos, ahora es sobre las vidas negras."

En poco menos de cuatro minutos, Ice-T trasciende el conflicto racial y atiza verbalmente a los que intentaron desvirtuar la campaña Black Lives Matter, a la vez que apunta a la pobreza estructural como verdadera causa de la endémica discriminación que sufre la población negra. Y lo hace con una rabia y una actitud que no se le recordaban desde hace décadas. No se ve por ningún lado al actor que encarna al inspector Odafin Tutuola en la serie Ley y Orden, ni a la celebridad que sube a Instagram fotos navideñas con su señora, su bebé y su bulldog. Aquí vuelve a ser la bestia parda que sacudió medio mundo hace un cuarto de siglo. Igual de fuerte, pero más sabio.

Porque la aparición de Body Count en el panorama musical supuso una auténtica conmoción. Fue en el año 1992, cuando Ice-T era ya uno de los MC´s más célebres de la Costa Oeste y, por extensión, de todo el mundo. Pese a que una de las teorías sobre el origen del término "heavy metal" afirma que la acuñó un crítico en los sesenta para referirse al sonido que Jimi Hendrix extraía de su guitarra, no era habitual ver a afroamericanos practicando el género. Y mucho menos a alguien consolidado en el rap.

Pero el cantante, aliado a su eterno guitarrista Ernie C, llevaba fogueando a su nuevo grupo por los escenarios desde 1990. Ya entonces interpretaban la canción que les lanzaría a la fama, aunque no por los motivos esperados. O sí, porque habría que ser muy ingenuo para escribir un tema titulado Cop Killer (Asesino de policías) y esperar que no pasase nada. E Ice-T es todo menos ingenuo, aunque es probable que la cosa se le fuese un poco de las manos.

En principio, se trataba de una protesta contra los recurrentes abusos de autoridad hacia la población afroamericana, pero tan extremadamente pasada de rosca que era complicado que nadie en sus cabales la tomase en serio. El problema fue que su edición coincidió con los disturbios de Los Ángeles, provocados por la absolución judicial a los policías blancos que apalizaron al ciudadano negro Rodney King. La banda incluyó el nombre de la víctima en el tema, lo que lo convirtió en el himno de la revuelta junto a Fuck The Police, de NWA.

En ese contexto, una canción sobre un individuo que mata agentes de policía, en un disco distribuido dentro de una funda de plástico negro, similar a las utilizadas para los cadáveres, es probable que levante ampollas. Y levantó hasta las de los pies de la primera autoridad del Mundo Libre.

Porque el mismísimo George Bush padre, a la sazón presidente de los Estados Unidos, fue una de las voces más críticas ante el alocado uso de la primera enmienda constitucional del bruto de Ice-T. No se quedaron atrás ni vicepresidente, Dan Quayle, ni Tipper Gore, esposa del líder demócrata Al Gore y una de las mayores activistas a favor de la censura en la industria musical. Numerosos cuerpos de policía llamaron al boicot de los productos de la discográfica del grupo, Warner Bros, e incluso Charlton Heston, accionista de la compañía, puso el grito en el cielo.

Pero el rapero no se amilanó. Reivindicó su derecho a la libertad de expresión y negó que la canción fuese una apología del crimen: "Canto en primera persona porque interpreto el papel de alguien que está harto de la brutalidad policial. Nunca he matado a un policía. A veces no me han faltado ganas, pero nunca lo he hecho. Creer que soy un asesino de polis es como pensar que David Bowie es un astronauta", declaró en esa época.

Al final, las presiones hicieron que el artista retirase Cop Killer de las reediciones del disco, lo que convirtió esa primera tirada en una pieza de coleccionista. Aunque tuvo la malévola idea de incluirla como single gratuito en el trabajo, un álbum claustrofóbico, agobiante, de una crudeza que bordeaba el thrash metal y que supuso un inédito maridaje entre rap y heavy. Existía el precedente de la colaboración entre Public Enemy y Anthrax, pero fue Body Count el que abrió una puerta que poco después cruzarían Rage Against The Machine y su horda de imitadores.

Veinticinco años después de Cop Killer, Ice-T retoma el mismo tema en su nueva canción. Solo que dándole una vuelta de tuerca ideológica, más propia de un lector de Chomsky que de un macarra del sur de Los Ángeles: "Comento lo desafortunado que es que tengamos que decir que las vidas negras importan. Es una frase de desesperación, no de poder. Intentan diluir lo que significa esta protesta diciendo que todas las vidas cuentan, cuando la campaña surge porque mucha gente negra fue asesinada en poco tiempo. Yo voy un paso más allá. Cuando se trata de proteger los fundamentos del poder, todos nosotros somos un daño colateral. No les importamos una mierda", lamentó recientemente.