La paridad no llega al claustro de las universidades gallegas. Pese a que el 60% de los graduados en la comunidad durante el curso 2015-2016 fueron mujeres, ellas sólo representan el 40% del personal docente e investigador que ejerce en los campus gallegos y la diferencia por sexos se agudiza al analizar el número de catedráticas. De los 671 profesores con cátedra de las tres universidades gallegas, solo 153 (el 23% del total) son mujeres.

Una situación que puede empeorar debido a los criterios que, desde 2015, rigen el acceso al cuerpo profesoral de las universidades españolas. Desde que, bajo las órdenes de José Ignacio Wert, el Ministerio de Educación aprobó un decreto por el que se restablecieron algunos de los baremos empleados para cualificar la capacitación de las personas candidatas a formar parte del cuerpo docente universitario, los permisos de maternidad pasaron a contabilizarse como un período sin actividad lectiva.

Al no ir acompañado de medidas correctoras que eviten que ellas tarden más en alcanzar el mínimo de horas lectivas requeridas, este criterio provoca que quienes cogen una baja de este tipo tengan mayores dificultades tanto para acceder a una plaza fija de profesora de universidad como para ser catedráticas. Si bien estas pautas se aplican también para las licencias de paternidad, la estadística muestra que la práctica totalidad de quienes solicitan estos permisos son mujeres.

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Se trata de una norma extraña dentro del propio corpus legislativo pues el Gobierno sí implantó medidas compensatorias para evitar que se generaran desigualdades como la mencionada en procesos como el de la contratación de personal predoctoral, por ejemplo.

El criterio, paradójicamente parte de la política de gestión de la calidad en las universidades españolas, dificulta además el combate de las muchas anomalías aun presentes en el perímetro de los campus. Otro curso más una consulta a la estadística deja al descubierto lo más cuantificable del reparto asimétrico de roles y jerarquías de los claustros gallegos. Desde que en 1913 las hermanas Elisa y Jimena Fernández de la Vega se convirtieran en las primeras mujeres en incorporarse a los estudios universitarios en Galicia, la tasa de matriculación femenina no dejó de incrementarse. Sin embargo, la estructura profesoral continúa enrocada como coto de poder masculino. Mientras que en el curso 2015-2016, el 60% de los diplomas de graduación universitaria contenían el nombre de una mujer, la planta docente e investigadora del sistema universitario gallego continúa lejos de reflejar la normalidad propia de una sociedad igualitaria. La mayor parte de las 5.182 personas que imparten clase o trabajan en investigación en las tres universidades de Galicia son hombres. Solo, 2.081, es decir, el 40% de ellas, son mujeres.

La cifra, similar a la del conjunto del plantel docente e investigador de las universidades españolas -en las que solo unas décimas mejoran el dato gallego-, presenta su mejor rostro entre las titulares de planta. En ese tipo de categoría laboral, las mujeres representan el 41% del total de la plantilla. Las diferencias se agudizan cuando se analizan otras categorías como los catedráticos . Solo 153 de las 671 personas titulares de una cátedra en Galicia, son mujeres. El porcentaje, de casi el 23% del total, revela que, en el puesto más alto del escalafón docente universitario, ser mujer roza la condición de anécdota. Las dificultades para encontrar hueco, además, dependen de la edad. Las menores de cuarenta años parecen tenerlo más difícil, pues solo el 13% de la plantilla logró ser parte de ella tan "pronto".