"Eres un desobediente", "nunca haces caso", "protestas por todo"€ Frases pronunciadas por muchos padres y que, en la mayoría de las ocasiones, hacen alusión a un problema de desobediencia de los niños.

A pesar de que cada niño es un mundo, existen una serie de pautas que permiten identificar y tratar este problema:

¿Es de verdad un niño desobediente?

¿Es de verdad un niño desobediente?El primer paso es poder identificar si el niño muestra una desobediencia excesiva. Hasta los dos o tres años, el niño se encuentra en una fase exploratoria de la realidad. Quiere averiguar qué se esconde tras ella, aunque a veces en ese recorrido no haga caso a lo que se le dice. Pasada esa edad, si los signos de desobediencia continúan y se empieza a hacer constante la hostilidad hacia la autoridad de los padres, se puede estar ante un caso que merece más atención.

Estimular una conducta positiva

Estimular una conducta positivaUno de los primeros pasos para corregir y encauzar la conducta del niño es estimular su motivación para corregir ese hábito de desobediencia. Para ello, se apuesta por reforzar sus aspectos positivos y obviar, en la medida de lo posible, los negativos. En este punto es importante hacer ver al niño los efectos contrarios de su desobediencia e intentar alcanzar un acuerdo entre padres y niño para encaminar su conducta.

Mantener la constancia

Si el niño se pone caprichoso, lo más importante es mantener el mismo trato con él, insistiéndole en los aspectos negativos de su comportamiento y haciéndole ver lo que puede ganar si cambia. No hay que perder la constancia y ´ceder´ ante el cambio de rumbo en la conducta del niño, que debe comprender y reconocer la autoridad paterna.

Normas ajustadas a la edad

Acompañar al niño en su proceso de realización y razonamiento de las cosas ayuda a que éste sea consciente de la importancia de las mismas y del valor de la obediencia a la figura de la autoridad. Establecer una rutina de actos, con normas ajustadas a cada edad, también le permitirá desechar conductas caprichosas. Si el niño se acuesta, por ejemplo, a la misma hora todos los días, será más capaz de guiarse por las normas.

Las normas deben establecer los límites sobre lo que se puede y no se puede hacer en casa o en la calle. Hay que adaptarlas a cada edad, sabiendo qué es lo que se puede exigir a cada niño. Si los padres dan órdenes, es necesario que sean también flexibles y se adapten también al ritmo y las características de cada niño, puesto que cada uno tiene características distintas.

Recompensar la buena conducta

En determinadas ocasiones, cuando sea la primera vez que el niño desarrolla una tarea que viene ordenada y la cumple con éxito, es deseable saber recompensarle, aunque no siempre con un regalo o un objeto, sino simplemente una palabras de satisfacción y reconocimiento.