Despejar las dudas sobre la paternidad, tanto de forma simplemente informativa como dentro de un proceso judicial, resolver casos de herencias, conseguir que el padre que niega serlo se haga cargo de la manutención de su hijo y cerciorarse sobre si los restos encontrados en una fosa común son realmente los de un familiar. Estas son las razones más habituales por las que, cada vez más gallegos, solicitan un test de paternidad a alguno de los laboratorios que los realizan en la comunidad, una prueba genética cuya demanda se ha duplicado en los últimos diez años.

En 2015 se tramitaron en España 1.485 peticiones judiciales de análisis de ADN para determinar la filiación en los laboratorios del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses. Cuando se empezaron a registrar estas pruebas, en el año 2007, fueron apenas 401.

Este aumento de la demanda ha hecho que, de forma paralela, aumente el número de laboratorios que ofertan estas pruebas y muchos de ellos bajo el reclamo del low cost. Sin embargo, los expertos gallegos advierten que para asegurar la fiabilidad de la prueba "deberían hacerse siempre en laboratorios acreditados". De este modo lo destaca Victoria Lareu, catedrática de Medicina Legal y Forense del Instituto de Medicina Legal de la Universidade de Santiago (USC), centro de referencia en la comunidad gallega para las pruebas de ADN.

Existen dos modalidades por las que se demanda una prueba de paternidad: puede ser para solicitar una información exclusivamente personal -que son el grueso de las peticiones- y para las que en muchos laboratorios ni siquiera es necesario que las partes se personen en el laboratorio, sino que pueden tomar las muestras en su casa y enviarlas posteriormente por correo a los laboratorios tras la solicitud previa de un kit. El segundo tipo son las pruebas que se solicitan con fines judiciales, para las que sí es obligatorio que los implicados se personen en el centro y se siga a rajatabla la llamada "cadena de custodia", en la que la toma de las muestras las realizan los profesionales, que se encargan de identificar a los participantes y custodiar las muestras hasta la realización de la prueba.

"Incluso en los casos de peticiones a título personal, en nuestro laboratorio exigimos que la madre esté informada de que a su hijo se le va a realizar la prueba y que ella dé su consentimiento; este es un debate ético que cada vez va a tener más importancia: para nosotros es impensable coger una muestra a una persona sin un consentimiento claro", explica Lareu.

No en todos los laboratorios se exige este consentimiento. Es muy habitual que estas pruebas las pidan los supuestos padres sin que lo sepan las madres porque tienen dudas de que ellos sean los progenitores. "Incluso nos hemos encontrado casos en que ha venido una abuela paterna con las muestras de su hijo y supuesto nieto porque tenía serias dudas de que lo fuera", cuenta el doctor Tomás Camacho, director del Laboratorio Vithas Lab, un centro gallego el que se realizan este tipo de pruebas de paternidad.

Victoria Lareu explica que el aumento de las peticiones se debe por una parte a la divulgación que las revistas del corazón han hecho de estas técnicas por los personajes que las solicitan, pero también a que la ley se ha hecho más rígida con el tema de la paternidad. "Antiguamente era posible que el juez solicitaba a un hombre que se hiciera la prueba, éste se negara varias veces y la petición finalmente cayera en saco roto. Sin embargo, ahora si un hombre no acude a la tercera demanda a realizarse la prueba se le otorga directamente la paternidad, por lo que aquellos que realmente quieran demostrar que no lo son no tiene ningún sentido que no se hagan la prueba", señala.

También la ley de memoria histórica ha tenido un peso en el aumento de las pruebas. "Cada vez hay más personas que conocen esta posibilidad y deciden solicitar al juez la exhumación de un cuerpo que creen que puede ser el de su familiar. En estos casos la prueba puede ser más complicada, dependiendo de cómo estén los restos, de la filiación más o menos cercana de los solicitantes...", indica Lareu.

En el laboratorio del Instituto Forense de Santiago, que sigue numerosos criterios de calidad, se da un plazo de un mes para obtener los resultados. "Es posible tenerlos en tres días, pero depende de lo riguroso que sea cada centro y del tipo de parentesco que tengan las partes, porque los marcadores que se utilizan en estos casos varían. En los casos de cadáveres solo unos pocos laboratorios en España podemos hacerlo", añade esta experta.

El laboratorio santiagués analiza un mínimo de 21 marcadores en las paternidades corrientes. "En las más complejas hacemos todas las pruebas que desde el punto de vista profesional creemos necesarias y no se cobra más a la persona; creemos que nuestra labor es poner todos los medios necesarios de nuestro laboratorio a su disposición", describe Lareu.

Los precios de una paternidad normal rondan en este laboratorio de referencia los 800 euros y de la cadavérica, 1.200. En diferentes páginas webs de internet se pueden encontrar ofertas hasta por 200 euros pero su fiabilidad no es, por supuesto, comparable.

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