La pequeña localidad de Fátima se ha engalanado para recibir al Papa en el santuario erigido en el lugar exacto donde la Virgen se apareció a tres niños pastores y al que cada año peregrinan millones de fieles. Nada queda de aquel descampado con encinas, llamado Cova da Iria, en el que en 1917 los pastores Francisco, Jacinta y Lúcia aseguraron haber visto a una "señora" que les confió tres secretos.

Fátima era una pequeña aldea rural, pobre y católica donde residían unos centenares de aldeanos. Hoy es una localidad de casi 12.000 habitantes que vive por y para un santuario que ocupa 72.000 metros cuadrados y que cada año se vende al mundo a través de los millones de peregrinos que recibe.

En 2017 el desafío es significativamente mayor porque todos los ojos de la comunidad católica estarán puestos en Fátima, que se ha sometido en los últimos meses a un completo lavado de cara. La atención se centrará en la Capilla de las Apariciones, corazón del santuario y el edificio más antiguo del recinto. Esta pequeña ermita popular se mantiene casi tal y como fue erigida en 1919, a pesar de que dos años después parte de ella tuvo que ser reconstruida tras un atentado con explosivos perpetrado por un grupo antifatimista.