Convertir el viajar en un modo de vida; vivir en continuo movimiento, sin domicilio estable y donde lo importante no es el destino del viaje sino el trayecto y empaparse de la cultura local de cada lugar en el que se hace una parada. Este es el sueño que la coruñesa Iria Prendes ha hecho realidad desde hace casi dos años y medio cuando se marcó el reto de recorrer Sudamérica en bicicleta y con un presupuesto reducido que, en ocasiones, no supera los 5 euros diarios. Desde diciembre de 2014 ha recorrido más de 11. 500 kilómetros hasta llegar a la ciudad más austral del mundo -la argentina Ushuaia- desde donde continuará su viaje hasta llegar al punto más al norte de Latinoamérica. "Para mí no es un viaje en sí, sino un estilo de vida y los más enriquecedor es el contacto con la gente local", señala esta joven coruñesa que narra su experiencia y da consejos a otros viajeros a través del blog, Facebook e Instagram Una vida nómada.

Amante de conocer otras culturas, esta arquitecta de interiores reciclada en profesora de español explica que desde que en 2005 abandonó su ciudad natal, "cada año vivía en un país diferente". "Lo más estable fue mi estancia anterior a iniciar la ruta en bicicleta cuando estuve cinco años en la ciudad argentina de Córdoba", sostiene esta joven que, reconoce eso sí, que el plan de viaje era diferente. "Antes creía que todo tenía que estar más planeado, que se necesitaba más dinero y por tanto, optaba por becas o programas de voluntariado", asegura Prendes, quien tras pedir una excedencia de tres meses en el trabajo para ir a Nueva Zelanda decidió dar un giro de 180 grados a su vida. "Con el que entonces era mi pareja decidí iniciar lo que siempre había sido un sueño y para ello empecé a desorganizar mi vida organizada", explica.

La vida nómada de esta coruñesa arrancó en localidad brasileña de Florianópolis, en el estado de Santa Catarina. Allí pasó los meses de enero y febrero (la temporada de verano) en los que ella y su pareja trabajaron para ahorrar y poder iniciar la ruta. Una vez en marcha, cogieron rumbo al sur del continente americano por la costa brasileña y uruguaya hasta llegar a Buenos Aires. Desde allí atravesó por el interior hasta Santiago de Chile para continuar el recorrido por la costa del Pacífico hasta el punto más al sur, Ushuaia, "haciendo zig zag entre Chile y Argentina, con los Andes como eje central". "Realizo de media unos 70 kilómetros al día, pero hay veces que por el camino no se puede y haces menos. Mi máximo son 140 y el mínimo 30 diarios", sostiene Iria Prendes, quien explica que no siempre está sobre la bici ya que en determinados lugares decide parar unos días o incluso semanas, "en función del feeling que sienta, lo bien que te trate la gente".

Una vida donde pocas cosas están prefijadas de antemano. "Existe una pequeña organización ya que decido cuál va a ser el destino, pero después ir por esta o por aquella carretera no está establecido y me dejo guiar por lo que me indican", indica Iria, quien reconoce que solo el clima obliga a cierta previsión. "Ir en bicicleta en invierno, en zonas con clima extremo, es muy duro y por eso suelo calcular la ruta para poder pasar los meses de invierno en una zona en la que establecerme y trabajar", indica.

Desde que inició este reto, son muchos los que le preguntan cómo es posible económicamente que pueda viajar durante todo el año. Ella lo tiene claro: "Sin gastar apenas porque cuanto más lento se viaje, menos se gasta". "Al ir en bici no gasto en transporte, siempre duermo en tienda de campaña salvo casos puntuales, pero no incluyo en el presupuesto el alojamiento", indica esta joven, quien explica que por ejemplo en la actualidad trabaja en un Hostel a cambio de poder dormir allí. "Y después siempre compro en el supermercado, me cocino yo misma y recurro al intercambio y el trueque cuando se puede", añade para resaltar que ha llegado a contar solo con 5 euros de presupuesto al día y no supone ningún problema. "Cuando estás en la ciudad todo te parece imposible, pero no es así aunque se precisa práctica", sostiene.

Porque este viaje continuo por Sudamérica poco tiene que ver con unas vacaciones al uso. "Hay gente que viaja para conocer ciudades, ver museos, paisajes. Yo lo hago por el contacto con la gente, porque me encanta aprender de otras culturas y otros estilos de vida", indica Iria, quien explica que en los lugares que atraviesa en su ruta ella no acude a los sitios más turísticos ni destacados en las guías. "Intento vivir como lo hace la gente local", indica, quien cree que esto es lo más enriquecedor de este nuevo modo de vida. "Te hace valorar mucho lo que tienes, de donde vienes y te permite reflexionar mucho sobre uno mismo", resalta.

Esta coruñesa -que a mitad de la ruta rompió con su pareja y decidió continuar el viaje en solitario- asegura que este modo de vida le hace sentirse "completa y feliz". "He descubierto que viajar saca mi mejor lado, incluso mi familia que me echa de menos nota que estoy más feliz, que soy más positiva si estoy viajando", indica esta joven coruñesa, quien reconoce que esta vida nómada le ha dado "estabilidad personal" que, para ella, es lo más importante. Una vida, eso sí, que no es apta para todo el mundo. "Recomiendo hacer un viaje así, pero hay gente que si no sabe dónde va a dormir esta noche se agobia y lo llevará mal. En mi caso es al revés, me encanta no saberlo", sostiene esta joven a la que no le seduce el pasar una semana de vacaciones con todo organizado y en un hotel.

Tras pasar la temporada de invierno en Ushuaia, Iria Prendes continuará su viaje rumbo al norte del continente americano, hasta Colombia, donde se encuentra la ciudad más septentrional de Sudamérica. "Esto me llevará otro año y medio", calcula Iria, quien es consciente de que en cualquier momento podría tener que dejar este estilo de vida por otro más convencional y estable, "y no pasaría nada". "Una vez llegue allí ya veré qué planes tengo", sostiene Iria Prendes. Mientras, esta coruñesa continúa cumpliendo parte de su sueño que sería poder "dar la vuelta al mundo con este modo de vida".