María Canosa (Cee, 1978) es un claro ejemplo de que ciencias y letras no están ceñidas. La autora de Muriel, obra ganadora del Premio Merlín, compagina su trabajo como ingeniera de Caminos, Canales y Puertos con su vocación de escritora. Y a los dos les pone la misma dosis de pasión.

-¿Cómo surge la historia de Muriel?

- Muriel es la historia de un niño que echa mucho de menos a su abuela y que busca, inconscientemente, llenar ese vacío. Tiene muchas de las constantes de mis obras, aunque también es cierto que en esta introduje mucha más magia y fantasía, y creo que esto es lo que hace que el lector quiera pasar las páginas para ver que es lo que sucede después.

-¿Y qué constantes son esas que se repiten en sus libros?

-La integridad, la perseverancia, la justicia, la honestidad... No pretendo ser moralista porque quiero que los lectores disfruten como lo hacía yo cuando leía de pequeña, pero sí que me interesa profundizar en ciertos valores de una forma natural.

-A veces no resulta fácil no terminar pecando de moralista, como dice.

-De hecho no sé si habré conseguido no serlo. Eso lo dirán los lectores, pero lo que he intentado es que ellos gocen con toda esa fantasía.

-¿Qué tiene que tener una historia para cautivar a niños?

-Eso nunca se sabe. A veces la sensibilidad es lo que te mueve; otras la magia. Yo creo que una buena historia no necesita muchos más adornos que un hilo bien tejido para que el lector tire de él. Escribir es un camino de dudas, pero el amor que le pones lo que lo hace posible.

-¿Es una mujer de ciencia con corazón de letras?

-Bueno, creo que soy el ejemplo de que ciencias y letras no son excluyentes.