Constituyen uno de los problemas oculares más habituales entre la población, pero desde la óptica podemos informar acerca de su fácil prevención y tratamiento. Se ha comprobado que su frecuencia de aparición en niños es muy alta, por lo que suele consultarse inicialmente a pediatras y farmacéuticos. No existen datos exactos de su prevalencia porque es una infección benigna y autolimitada que suele resolverse por sí misma en un gran número de ocasiones.

Son el resultado de la obstrucción, inflamación aguda y posterior sobreinfección de las glándulas del párpado (de Zeiss y Moll) que provocan la formación de un orzuelo externo que drenará hacia el exterior del párpado. Una patología relacionada es el chalazion, producido cuando se ven afectadas las glándulas de Meibomio, en el que el proceso es interno, con drenaje interior y de más compleja curación.

La sobreinfección causante del orzuelo suele ser provocada por la bacteria Staphilococus aureus, presente habitualmente en nuestra piel y mucosas y que aprovecha la menor oportunidad para multiplicarse exponencialmente causando la infección característica.

Algunos autores consideran que la causa fundamental de su aparición se relaciona con una bajada de defensas del organismo provocada por diferentes motivos (ansiedad, dieta inadecuada, estrés, etc.). Cuando las defensas se reducen aumenta la predisposición del organismo a contraer infecciones y, entre otras, aparecen los orzuelos. También se ha relacionado su aparición con problemas de visión como la miopía o el astigmatismo mal controlados en niños o los inicios de la presbicia en los adultos que no utilizan lentes adecuadas y fuerzan la vista innecesariamente. Es imprescindible realizar las visitas periódicas recomendadas al óptico o al oftalmólogo para mantener la salud visual en parámetros adecuados.

Los síntomas más frecuentes y que hacen acudir al paciente son la inflamación localizada, el dolor, el enrojecimiento, el aumento del lagrimeo, la sensación de arenilla relacionada con la inflamación e infección y la mayor sensibilidad del ojo a la luz (fotosensibilidad). Si se cronificase se formaría un nódulo duro e indoloro sobre el que se desliza la piel y que suele desaparecer con el paso del tiempo.

El diagnóstico y tratamiento suelen ser realizados por el médico. Normalmente recomienda la aplicación de calor utilizando compresas tibias que se colocan sobre los ojos durante 10 ó 15 minutos, tres o cuatro veces al día. El calor abrirá la zona obstruida y permitirá la salida de la grasa contenida en 2 ó 3 días. No debe usarse hielo ni presionar la zona para eliminarlo (como si fuera una espinilla).

En ocasiones puede ser necesario utilizar colirios y cremas antibióticas, así como lavados con suero fisiológico, pues ambos tratamientos han dado buenos resultados. En casos concretos y complejos, puede ser precisa la extirpación quirúrgica si el proceso se hace crónico y resulta necesario eliminarlo usando este método.

En todo caso, lo recomendable es mantener una limpieza muy escrupulosa de las manos antes de tener cualquier tipo de contacto con el ojo. Las medidas higiénicas para que las manos estén en buenas condiciones incluyen:

-Mojar las manos con abundante agua tibia.

-Utilizar un jabón normal. Si estás fuera de casa, puedes usar jabones antisépticos de alcohol.

-Frotar enérgicamente una mano contra la otra por todas partes: muñecas, uñas, entre los dedos, etc. durante un mínimo de 15 segundos.

-Aclarar completamente y secarse con una toalla limpia o desechable evitando que queden "pelusillas".

Las opciones "naturales" comercializadas en diferentes centros deben ser pautadas por especialistas y nunca sustituirán al tratamiento médico. En este grupo se incluyen plantas astringentes que reducen la cantidad de sebo (hammamelis, aciano, eufrasia, etc.) y otras con mucílagos que tienen efecto calmante y antiinflamatorio (malvavisco, sauco, etc.).

Si eres propenso a padecerlos, debes ser muy escrupuloso con la higiene ocular para evitar que se obstruyan las glándulas. Puedes comprar cualquier producto a la venta en centros especializados (geles, toallitas, etc.) o, simplemente, un jabón neutro aplicado directamente en la superficie palpebral en la zona de las pestañas. Por supuesto, debes lavarte las manos escrupulosamente porque son un foco infeccioso directo al frotarnos con ellas los ojos tras tocar cualquier superficie. Cuidado especial si usas lentes de contacto y mucha higiene con ellas y con tus manos. Acude a tu óptica para que te asesoren.