La periodista gallega María Rey considera que el periodismo "no ha estado a la altura" en España, repite como un mantra que la información debe huir del ruido y del espectáculo y reconoce que las presiones políticas existen, aunque son los jefes y no los "curritos" quienes las sufren porque "van en el sueldo". Desde el pasado verano presenta el noticiero de mediodía de Antena 3, pero ha volcado su experiencia de dos décadas como periodista parlamentaria en el libro Juego de escaños: Relato del divorcio entre política y ciudadanía, una crónica sobre cómo ha cambiado la política española en los últimos años y cómo se ha alejado del pueblo.

- Aborda en su libro el desafecto de la ciudadanía hacia la política, pero se ha producido también un distanciamiento con el periodismo. ¿A qué se debe?

-Tendremos que hacer autocrítica: por las cosas que no hemos contado con el suficiente rigor, que no hemos contrastado, por las cosas que hemos dejado de contar porque no las vimos, porque no supimos valorar la importancia que tenían... La profesión se ha visto arrasada por todas las cosas que se han hecho mal en este país. El periodismo tampoco ha estado a la altura y por supuesto que tenemos que mejorarlo. Pero no pretendamos ser los más valorados, ésos tienen que ser los que salvan vidas. Son los médicos, los policías o el ejército, la gente que realmente se juega la vida para salvar la de los demás. Nosotros, al fin y al cabo, no somos imprescindibles.

- ¿Cómo se recuperar la confianza de la audiencia?

-Evitando alimentar los bulos, contrastando toda la información que damos, que la gente sepa que detrás de esa firma del periodista hay un trabajo de búsqueda, de contraste, de investigación. Nosotros no somos alimentadores de ruido en las redes sociales, somos narradores de lo que pasa.

- ¿El alarido es eficaz en política?

-Lo que funciona mediáticamente es el ruido y la bronca, siempre ha sido así. El discurso profundo y sereno no atrae. Pero los más mediáticos no son los políticos más útiles, son los más hábiles para la comunicación, pero no necesariamente los que más hacen por el país. Si lo único que haces es alimentar el debate con porquería que pueda ensuciarlo y complicar aún más las situaciones, eso sólo aporta ruido. El ruido está bien, es entretenido para subir las audiencias, pero con el ruido no se hace país ni se hace periodismo.

- ¿Recibe un cronista parlamentario muchas presiones políticas? ¿Ha tenido que enfrentarse a ellas?

-No. Las presiones no se las hacen a los redactores, se las hacen a los jefes. Los jefes ya saben que eso va en el sueldo y están acostumbrados a lidiar cada día con las llamadas de uno y otro, pero un periodista lo que recibe es mucha información que sólo pretende enredar. Muchos datos y muchas informaciones cruzadas que pretenden colocarte en el lado de alguien y lo difícil es mantenerte un poco en el medio.

- Asegura que tras las elecciones de diciembre de 2015, se produjo tal fulgor informativo que los periodistas alimentaban "todo tipo de polémicas movidos por la necesidad". ¿Por qué?

-Cuando se produce una situación nueva lógicamente la gente quiere saber. Ante la incertidumbre, los ciudadanos quieren respuestas. Y hay varios programas de televisión y de radio que están constantemente pendientes de lo que ocurre en el Congreso y esa necesidad de estar provocando titulares constantemente nos obligaba a estar preguntando constantemente. Siempre que pasa algo, la sociedad se politiza, lógicamente. Es que lo que pase en la política afecta a nuestras vidas, no se puede pensar lo contrario. La gente que dice "a mí no me interesa la política", bueno, entiendo que no te interese la información política, la política te interesa porque la política es tu vida y la mía, por la política pasa todo: la educación que le dan a tus hijos, el acceso a la universidad, al médico, al trabajo, tu derecho a paro, tu derecho a un permiso de maternidad o de paternidad, todo es política.