Nacido en un pueblo muy pobre del sur de China, a una hora en coche de Shanghái, Roger Chen (1965) tuvo claro desde muy pequeño que lo suyo más que el sueño comunista de la revolución campesina consistía en desarrollar su talento entre fogones. Aquel sueño se haría realidad en Madrid a finales de la década de los 90. "Mi país ha cambiado mucho. Cuando era un crío casi vestíamos todos de la misma manera", rememora ahora el personaje que logró convencer a Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, para que le cediese casi 2.000 metros cuadrados del Santiago Bernabéu, donde abrió hace ya un lustro y en plena crisis el restaurante asiático más lujoso de Europa, visitado cada año por más de 20.000 chinos, ávidos como muchos otros turistas extranjeros por pisar el estadio del club de fútbol más laureado de Europa.

Sibarita, imaginativo y aventurero, Chen se lió la manta a la cabeza y junto al ecléctico interiorista Nacho García Vinuesa recorrió durante dos meses la enorme China en busca de objetos centenarios para decorar este local presidido por una espectacular estatua, comprada a un anticuario de Pekín, de Mao Tse Tung, padre de la revolución comunista del país más poblado del mundo y testigo desde su pedestal de bronce de los altos negocios del presidente merengue.

"A Florentino Pérez le gusta mostrar este enorme busto a las delegaciones internacionales que cada semana pasan por el Bernabéu y almuerzan aquí", celebra el empresario que ha cambiado los colores rojos y los dragones dorados de los restaurantes chinos tradicionales en España por puertas de madera milenaria y leones de piedra en once palcos del estadio de Concha Espina por los que no paga alquiler alguno pero comparte beneficios con el Real Madrid.

Cristiano Ronaldo, Benzema o Sergio Ramos, junto con sus parejas, son asiduos de este exótico restaurante por donde también se han dejado caer Tom Cruise, Rafael Nadal o Pedro Almodóvar.

El sueño de Roger Chen pasa ahora por abrir otro local que fusione la gastronomía asiática y la mediterránea, en un ambicioso proyecto ya en marcha de adaptación de los productos españoles a la tradición culinaria de China, Vietnam, Tailandia y Japón para conjugar los contrastes taoístas del yin-yang en busca del equilibrio total entre el cuerpo y el alma.

"Una alimentación saludable es nuestra mejor medicina", asegura este defensor de la comida baja en grasa, de las sopas "que limpian la sangre" y de las verduras al dente, alimentos agradecidos con el riego de los espléndidos vinos españoles. "Nada mejor que un Ribera del Duero para disfrutar de un pato laqueado o una carne de Mongolia", garantiza el exitoso restaurador, con cuya proverbial osadía logró colar hace ya 13 años recetas orientales en el Hotel Palace, donde la gastronomía cantonesa y pekinesa se sirve en mantel de lino, vajilla de lujo y tapada con campanas, lejos de la tradicional forma china de comer donde todos los comensales comparten el mismo plato.

Al Asia Gallery, decorado con sedas, cuadros enormes de estilo victoriano y objetos de la China de los años 20, acuden los jugadores del Atlético de Madrid por su proximidad a la estatua de Neptuno donde celebran sus victoria, artistas y políticos de cualquier ideología que tan solo tienen que cruzar la calle que separa el Congreso de los Diputados del centenario local de la Plaza de las Cortes por donde han pasado en otros tiempos personajes tan famosos como Orson Wells o Ava Gardner.

"Más que comida oriental vendo la experiencia de disfrutar de la milenaria cultura de mi país", explica Chen, vicepresidente de la Asociación Internacional de Cocina China que aglutina a más de 800 chefs del país con la segunda economía más grande del mundo.

Pero la vida de Chen no ha estado siempre rodeada del boato que hoy brilla en sus restaurantes. A los diez años se marchó a Hong Kong con sus tíos y a los doce recaló en Holanda, donde su padre regentaba un local de comida china. "Me impresionaba todo lo relacionado con Europa y me quedaba absorto viendo cosas que en aquella época no se podían disfrutar en un país comunista y tan hermético como el mío".

Estudió Telecomunicaciones pero siempre con la mirada puesta en la exótica gastronomía de su propia casa. Todo cambió cuando junto a sus compañeros holandeses de promoción hizo el viaje de fin de estudios a Ibiza. "Pasamos primero dos noches en Madrid y desde aquel preciso momento comprendí que mi casa estaba aquí", confiesa emocionado de aquella casualidad que dio un nuevo rumbo a su vida.

Tenaz y perseverante, Roger Chen convenció a su padre para trasladar el negocio de Holanda a Madrid y así nació el China City. Probó más tarde fortuna en Pozuelo de Alarcón con el Zen Vintage y regresó a la capital para ponerse al frente del Asia Gallery del Palace primero y después, del Zen Market. En el edificio histórico del hotel de Las Cortes tiene hoy también un pequeño Shushi bar con atrevidos cócteles y ha llevado al Royal Mandarín del Gran Casino de Madrid el ceviche de corvina, el tartar de salmón y wasabi y el tataki de pez limón con salsa ali oli. En total regenta ocho restaurantes asiáticos de lujo con una plantilla de empleados españoles y orientales repartidos cincuenta por ciento que sirven a todo tipo de estrellas del cine, políticas, merengues y colchoneras.