- ¿Resulta sencillo manipular ensayos?, ¿estamos ante una práctica frecuente?

-No es sencillo, sobre todo en los grandes ensayos, porque implican a muchas personas, tanto investigadores como pacientes. En estos estudios resulta casi imposible. Es más fácil cuando hay poca gente involucrada y sí hay casos de centros pequeños que manipularon ensayos. En el tiempo que colaboré con la industria farmacéutica, descubrimos manipulaciones e incluso médicos que decían que trataban pacientes que ya habían muerto.

-¿Es necesario un mayor control de los experimentos?

-La agencia americana del medicamento, la FDA (Food and Drug Administration), tiene capacidad para monitorizar los ensayos de la industria farmacéutica y regular estos estudios en detalle. En conjunto, las cosas no están mal. Estoy convencido de que la mayoría de los investigadores son personas honestas, aunque siempre puede haber alguna manzana podrida y es fácil para ellos manipular datos si son ensayos pequeños.

-¿Contribuyen estos pocos casos a alimentar la mala imagen de las farmacéuticas dando argumentos a los colectivos críticos?

-Cuando sucede un caso de manipulación es importante enviar el mensaje de que esto no es aceptable. Pero a veces los medios generalizan o utilizan un enfoque demasiado sensacionalista. Es cierto que manipular ensayos es una cosa terrible, pero hay un gran espectro de fraude, desde no observar las mejores prácticas a la hora de registrar los datos a no darse cuenta de que estás influyendo, incluso de manera subconsciente, en tratar de lograr ciertos resultados, los mejores desde tu punto de vista. Y en el otro extremo estarían los ensayos que son completamente inventados.

-Que usted aborde un tema tan polémico en un congreso científico, ¿es una buena señal?

-(Risas) Cuando me invitaron a este congreso me dijeron que podía hablar de cualquier tema y yo elegí éste. Es curioso, porque en la reunión anual de la ISCB de 1997 ya se presentó un artículo sobre el fraude en los ensayos clínicos. Hay dos problemas en términos de procedimiento. Por un lado, las revistas científicas tienen tendencia a publicar más estudios con resultados positivos que negativos. La probabilidad de que incluyan un experimento con resultados negativos es inferior, tiene que ser de mucha calidad. Y por otra parte, las cosas se podrían hacer mucho mejor si se tuviesen en cuenta las técnicas y recomendaciones que el estadístico Ronald Fisher ya estableció en los años 20 y 30. Usándolas se podrían hacer ensayos más eficientes ycon menos pacientes. Y además todo el tiempo se generan métodos para hacerlo mejor. El problema es que no se usan.

-¿Cuáles son algunos de esos métodos más novedosos?

-Actualmente muchos estudios se basan en el número de individuos que responden o no a un tratamiento. Por ejemplo, en el caso de los estudios sobre hipertensión, se mide una variable continua, la presión arterial, que se discretiza en baja y alta. Y se basan en el número de personas que responden al tratamiento, pero esto es algo arbitrario, porque el mismo paciente puede reaccionar de manera distinta en diferentes momentos. Si el estudio asume que el medicamento funciona con el 70% de los individuos estaríamos ante una conclusión completamente injustificada. Y la mayoría de las exageraciones están relacionadas con esto. Pero la mayor variabilidad en los ensayos no la introducen los pacientes, sino los médicos encargados de recogerlos datos. Los estudios sobre cáncer de mama, por ejemplo, dependen mucho de la fase o de la forma en la que se produce el diagnóstico. La estadística clínica tiene que tener en cuenta una fuente de variación muy grande.

-¿Pueden contribuir las publicaciones de acceso libre en internet, cada vez más numerosas, a reducir el fraude en los ensayos?

-Es difícil decirlo. Se trata de un proceso imparable y tiene un gran potencial, pero también conlleva peligros y se puede utilizar de manera incorrecta. Antes teníamos el problema de la falta de datos públicos y el hecho de que se publican menos estudios negativos que positivos, lo que da la falsa idea de que la ciencia avanza rápidamente. Pero hay unas normas claras para la publicación de artículos, sin embargo, una vez que los datos están en la web la cuestión es cómo los interpretan los investigadores. Es fácil imaginarse una situación en la que un investigador realice 20 ensayos y solo publique el que le dio los resultados esperados. No incluirá los otros 19. Cuando colaboré con Pfizer y Astra-Zeneca se les pedía que, además de los datos, explicasen cómo los habían analizado. La FDA empieza a involucrarse en estas publicaciones abiertas para evitar que las compañías acuerden resultados entre ellas o interpreten datos para respaldar que un determinado fármaco produce cierto beneficio.

-En 2016, una científica del CNIC con financiación de la UE fue despedida después de que una investigación interna revelase irregularidades en sus estudios. El investigador de su grupo que destapó el escándalo dio la cara públicamente pero en la web PubPeer otros investigadores también la acusaron de forma anónima. ¿Qué hay que hacer ante un caso de fraude?

-Es muy complejo y honestamente no lo sé. Las personas que son acusadas tienen el derecho a la presunción de inocencia en una sociedad civilizada. Uno no puede ser considerado culpable sin pruebas y aunque una acusación no es suficiente sí puede causar mucho daño. Por eso hay una tendencia entre los académicos a cerrar filas para evitar que las malas noticias se hagan públicas. Y en otros casos las acusaciones responden a revanchas o enfrentamientos personales y pueden ser falsas. En todo caso, personalmente creo que permitir declaraciones anónimas en la web no es una buena manera de hacerlo. Lo mejor sería facilitar unos mecanismos dentro de cada institución para poder trasladar estas quejas de forma anónima y que se investiguen. Yo formo parte del Comité de Ética de mi centro y nosotros recibimos este tipo de denuncias, en general nada serias, sobre plagios y otro temas. Es muy difícil hacer un balance entre el beneficio de la duda y poner en evidencia las malas prácticas.