- Apenas conocemos el 5% de la na turaleza del Universo. ¿Cuáles son las principales incógnitas por descifrar?

-Hay determinadas preguntas centrales a las que todavía no tenemos respuesta: por qué vivimos en un mundo de materia, por qué las partículas tienen la masa que tienen y no otra distinta o de qué manera se podrían unificar las interacciones conocidas, son algunos ejemplos. Dejando a un lado el calado de estas cuestiones fundamentales, y dado que soy un físico experimental, para mí lo verdaderamente relevante es el sentido práctico de formularse dichas preguntas. La búsqueda de respuestas a dichas cuestiones trae de la mano la necesidad de desarrollar nuevas tecnologías y avances científicos. Esos desarrollos han demostrado, históricamente, ser útiles en numerosos campos como la física médica, aplicaciones industriales, computación, así como en la formación de personal altamente cualificado. El conocimiento científico siempre acaba repercutiendo de manera positiva en la sociedad de una u otra manera.

- El famoso bosón de Higgs, cuyo hallazgo tuvo tanta repercusión, ¿es realmente tan importante?

-El descubrimiento del bosón de Higgs constituye un hito científico global y la culminación de décadas de trabajo colaborativo entre físicos teóricos y experimentales. Ese bosón es una partícula que llevábamos buscando desde que se predijo teóricamente su existencia, en los años 60, y que hasta el año 2012 era la gran pieza faltante en el Modelo Estándar. Aunque sabemos que ese modelo teórico no explica ciertas cuestiones del Universo, da una visión coherente de las partículas existentes y de las fuerzas que gobiernan sus interacciones a una cierta escala de energía. Sin duda, su descubrimiento no es el final del camino, si no que ahora lo interesante está en entender su naturaleza. El entendimiento completo de todas las propiedades del bosón de Higgs probablemente necesite de una nueva generación de experimentos de precisión como el ILC, en el cual España también tiene peso específico, dicho sea de paso.

- Lleva a cabo sus labores de investigación, desde hace seis años, en la Universidad de Bonn, en Alemania, un país en el que se estima el alto valor social de la investigación básica y la ciencia en general. ¿Qué debería copiar España del sistema alemán?

-Creo que, básicamente, falla el reconocimiento público a la Ciencia y la tecnología y, muy probablemente, una gran parte de la responsabilidad recaiga sobre los propios científicos. Últimamente se están haciendo grandes esfuerzos de divulgación y hemos entendido que el cambio del país en este aspecto pasará, como condición necesaria, por la educación científica de nuestros jóvenes. Mi experiencia es que en Alemania se valora positivamente el esfuerzo de haber obtenido el título de doctor y es reconocido en el día a día en detalles tan significativos como que inmediatamente incluyen el título Dr. en tu pasaporte.

- ¿Por qué cree que en nuestro pa ís no se valora suficiente la labor del científico y, en concreto, la investigación básica?

-Creo que la gente en realidad sí valora la investigación científica, pero se ha perdido el nexo de unión entre el producto tecnológico final y el descubrimiento de las teorías básicas que han permitido ese desarrollo. Todo el mundo valora el hecho de que un aparato permita hacer una imagen médica de un tumor, pero no nos paramos a pensar en todo el trabajo científico a todos los niveles que hay detrás de un acto tan cotidiano hoy en día. Imagino que nos daríamos cuenta y empezaríamos a valorarlo si dejásemos de tenerlo. La ciencia y la tecnología han cambiado para siempre nuestras vidas e incluso la manera en que tenemos de relacionarnos; un ejemplo sencillo es el móvil, un instrumento fascinante y extraordinariamente complejo. Me gustaría resaltar un hecho muy significativo: en Japón, los visados de trabajo a científicos visitantes se otorgan bajo el epígrafe Contribución Cultural. Al final, debemos de entender que la Ciencia es parte del patrimonio cultural de la humanidad.

- ¿Siempre quiso ser científico?

-Nunca he tenido un plan maestro ni las cosas demasiado claras, a decir verdad. La curiosidad por la Naturaleza y las ciencias más puras estuvo siempre presente en nuestra educación; prueba de ello es que mi hermano, el verdadero genio de la familia, es también doctor en genética, así que algo debía de respirarse en esa casa. Diría que el segundo gran ingrediente es una educación basada en el orden, el esfuerzo y la constancia, que al final son los grandes pilares del científico. Como todo en la vida, uno va más o menos decidiendo en cuanto van pasando las cosas y las oportunidades se le van presentando. En mi caso, el paso definitivo fue el descubrimiento en la Universidad del CERN y de los experimentos que allí se desarrollaban. Me pareció fascinante y, desde ese momento, supe que al menos tenía que probar.

- Seis años en Alemania y ahora se prepara para pasar largas estancias en Japón, en la otra punta del planeta. ¿Uno se acostumbra a estar fuera de casa o todavía hay cierta morriña ?

-Sinceramente, no pienso sobre ello demasiado y le doy el peso justo, aunque a veces, con tanto viaje, al despertarme tenga que pensar donde está el interruptor de la luz. En este mundo moderno, creo que ya somos todos ciudadanos globales. Es un trabajo que hago con gusto y con los medios de transporte actuales, las distancias se han acortado. Además de que Japón es un país fascinante y recomiendo a todo el mundo que vaya de visita una vez en la vida. Vivir allí es una experiencia única. Lo más duro es estar alejado de la familia, mi abuela, mi madre, mi hermano y mis sobrinos, pero mantenemos contacto constante allá donde estemos. A la que más le ha costado esto de Japón y sus usos horarios es a mi abuela, que de vez en cuando todavía me llama de madrugada en Tokio para ver si como bien.

- ¿Volverá algún día a España o, tal y como están las cosas, lo ve difícil?

-En España falta una financiación suficiente y mantenida de los grupos existentes, que están haciendo un trabajo muy digno con unos recursos muy escasos. En instrumentación de altas energías, grupos como el de la Universidad de Santiago, IFCA-Cantabria o IFIC-Valencia son reconocidos a nivel internacional y sería un placer trabajar en cualquiera de ellos en un futuro. Pero, de momento, me encuentro cómodo en la Universidad de Bonn y tengo la suerte de contar con la estabilidad suficiente como para afrontar los proyectos que tengo entre manos. Así que, de intentar volver, será a medio plazo.