Boda de verano. Cuenta la leyenda que Isabel Preysler, como las de la realeza, aprovecha los veranos para operarse de algo. En realidad, gracias a su revista de cabecera sabemos que pasa las vacaciones en lugares paradisíacos donde Vargas le lee. Aunque una cosa no está reñida con la otra. El caso es que, mientras la celebrity andaba desaparecida y reaparecida, su ex, el marqués, no el cantante ligero, le ha tomado la delantera. A ver, no es que esta, una ceremonia sencillita, en casa y en presencia de cuatro gatos (en sentido figurado, no se lo tomen con literalidad) fuese la boda del año que lleva el mundo esperando desde que apenas una esquinita de portada cuché cambiara el rumbo de la historia bendiciendo, la unión del Nobel y la reina de corazones. Pero es una boda. Con toda las de la ley. Decían lenguas viperinas que, como a Isabel siempre le gusta quedar por encima de sus ex -no descarten que debido a un trauma que arrastre desde los tiempos en los que Julio le robaba siempre el perfil bueno- cuando supo de los planes del de Griñón, le encargó a su Tamara (que ahora es diseñadora de moda) un traje de novia. Igual por eso todavía no las ha habido, las nupcias. Vayan a saber.

El helicóptero. Mar anda de la ceca a la meca, que en su caso es de Saint Tropez a París y del yate a las tiendas. Es lo que tiene enamorarse de millonarios. Igual hizo una excepción con Lequio, pero en esa piedra tropezó hasta Anita Obregón, y además éste está emparentando con los reales. Mar estuvo cerca, vía casa de Alba, pero la cosa no cuajó. Con quien la exmodelo comparte sangre, en cambio, es con los Matamoros. Pero por el lado de las chicas. Es tía de Laura y, por si Kiko albergaba alguna duda, ha dejado claro que "lo que más me gusta de ella es esa parte noble y bondadosa que ha heredado de su madre", a la sazón su hermana. En un guiño a la sobrina, Mar se ha subido a un helicóptero, pero no el del reality, sino el que le pone el millonario para irse de fiesta con Naty. Aunque al final todo es lo mismo: supervivencia. O vivencia súper. Más bien.

Imposturas. Todavía quedan ingenuos en el mundo. Veamos: un espectador [primer dato inquietante] de Mujeres y Hombres y Viceversa irrumpe en plató asegurando que una pretendienta [categoría oficial] de un tal Joni [no es una errata, está admitido por la RAE] tiene novio y ha ido al programa ¡por dinero! El espectador aporta pruebas [segundo dato inquietante] que son analizadas concienzudamente por la hermana de Terelu [y tercero]. Joni [sería ocioso insistir], el tronista [categoría oficial], queda pendiente de tomar una decisión al respecto. La decisión, la verdad, no nos importa lo más mínimo. Otra: se preguntan algunos si el culebrón de los Caparrós no será, al final, impostura. Tronismo pero a lo grande. ¡Almas de cántaro!

Una morena y una rubia. Campanarios en España hay muchísimos, prácticamente uno por localidad, cuando no más. Pero Mª José Campanario solo hay una... o dos. Están María José y Mery, como se autopresenta ella, o su avatar. Hay una odontóloga y otra famosa, famosa de profesión, fuente de ingresos, quiere decirse. La que permanece ingresada y la que no. También la que ma-ta por la hija de Jesulín -pero no la hija de Jesulín y ella misma, que también, claro, sino la de Jesulín y Belén Esteban- y la que la se enzarza un día sí y otro también con la madre que la parió (a la hija que, ahora ya sí públicamente, ma-ta por su madre). Y, por último, están la MariJose morena y la MariJose rubia. Y don Hilarión. De Ubrique.

El cortijo. Se ha vuelto cortijera. No es que no lo fuera ya: a su exjefe de filas se le conoce popularmente como el dueño del cortijo y ella frecuentaba mucho la finca cantora de su mentora, valga la rima. Pero es que ahora ha hecho el petate y se ha instalado por sus fueros en cortijo ajeno. Es hermoso, limpio, amplio, tanto que alberga bodorrios y eventos de guardar. Dicen, cuentan, sus excompañeros de cortijo (del televisivo) que Raquel Bollo ha entrado en el cortijo (el encalado) como elefante en cacharrería. Que se ha autoproclamado dueña y señora, que ha despachado a parte del servicio, que ha plantado allí sus reales, y sus batas de cola, y sus fotos y sus cosas. Y, sobre todo, que ha llenado el cortijo de discos de la Pantoja, que allí ya no suena otra cosa, ni se cocina otra menú que no sea el pollo a la ídem. Sin la piel, ahora que Kiko se ha afinado la cintura. Tan fuerte le ha dado a la Bollo con el cortijo y el cortijero que según algunos ya está pensando en boda. El cortijo ya lo tienen, eso que llevan adelantado, y la marcha nupcial: Se me enamora el alma o cualquier otra. Quítate el top, hit del dj hijo, resulta menos adecuado. Para el entorno.