La práctica de ejercicio diario es un hábito cardiosaludable recomendado también para los más pequeños de la casa. Sin embargo, en los últimos años, con la llegada del verano, muchos niños cambien la bicicleta o la pelota por la consola o el móvil, contribuyendo así al ocio sedentario y a la consecuente pérdida de cierta capacidad física. "Realmente, los niños que pasan un mes o dos inactivos, cuando vuelven a la rutina, sí que les cuesta mucho más pillar el ritmo", indica Jesús Lage, estudiante de Inef y entrenador de un equipo infantil de fútbol gallego. "Se nota mucho quién está activo en verano y quién no. Los padres deben animar a sus hijos a hacer deporte en verano, porque muchos me decían que se pasaban las vacaciones jugando a la Play", apunta el entrenador, antes de añadir que "tampoco ayuda que en el colegio solo haya dos horas de educación física a la semana".

Jessica Pérez da clases de patinaje a niñas de 5 a 10 años en dos colegios gallegos. Por su parte, también destaca la falta de ejercicio físico en verano de algunas de las componentes de su equipo, y señala que la vuelta al cole es otro de los factores que afecta en la falta de energía de los primeros días. "El volver a la rutina influye en que vengan más cansadas los primeros días. Además, es importante que les guste el deporte, porque son esas niñas las que entrenan durante el verano para mejorar e ir ascendiendo a niveles más avanzados", explica.

Estas afirmaciones varían cuando se habla de equipos profesionales. David Bernárdez es entrenador de baloncesto en las categorías benjamín y cadete femenino. En su caso, resalta que de cara a las pretemporadas, el equipo técnico facilita a sus jugadoras una especie de planning con actividades físicas básicas. "No es obligatorio, ni mucho menos, pero les ayuda a mantener la resistencia y la fuerza. Cuando vuelven de las vacaciones, es fácil distinguir las que han seguido la tabla de ejercicios", destaca.

En referencia a los alumnos más pequeños, el entrenador asegura que la diferencia entre los que hacen deporte en vacaciones y los que no, es visible, y que en este caso, la recuperación de la forma física y del ritmo de trabajo "es un tramo que siempre hay en las temporadas y que hay que pasarlo, se va superando", además de que con estos grupos, "tienes que ir midiendo y controlando un poco más la intensidad de los ejercicios". Sin embargo, el no hacer deporte no es el único factor que interviene a la hora de explicar la pérdida de rendimiento deportivo.

Alimentación descuidada

El verano también es, según los expertos, una época en la que se tienden a descuidar los hábitos alimenticios. Profesionales de la nutrición afirman que la alimentación de los niños durante las vacaciones está menos controlada, a pesar de que esto no se refleje de manera drástica en su aspecto al tratarse de un periodo corto. "Los padres están de vacaciones, os niños pasan más tiempo en casa y ya no hay comedor escolar. Todos estamos por la calle y nadie quiere hacer la comida porque nos es más cómodo", indica la nutricionista Carmen Bravo. "Lo ves en el tema del agua, por ejemplo. La mayoría de niños no beben agua en verano, sino que beben refrescos. Es decir, es una época de calor, necesitas hidratación, y en lugar de beber agua beben refrescos y derivados", indica Bravo. Además, la especialista apunta la cuestión del "picar entre horas", como otro factor decisivo. "Cuando están en el colegio, los niños suelen llevarse una fruta o un yogur. En el verano, se pierde también esta buena práctica y lo típico, se toman unas patatillas, unos Cheetos, o los helados", afirma entre risas la nutricionista.

Los especialistas también hacen hincapié en la cuestión de los horarios en vacaciones. Indican que se puede permitir a los niños cierta flexibilidad y relajación. "En el verano puedes ser más permisivo y dejar que los niños duerman un poco más. En ese caso ya depende de cada uno", indica Bravo. Sin embargo, es importante destacar que debe existir una adecuación con las comidas. "En el horario se puede ser más permisivo, pero siempre manteniendo unas comidas razonables. Es decir, si un día te levantas tarde, desayunas más ligero, pero comes a las dos del mediodía, no a las cinco de la tarde. Y lo mismo por la noche, ya que no puedes cenar a la una de la mañana", señala Bravo. "En horario escolar, te ciñes a unos tiempos establecidos para levantarlos y acostarlos", sostiene y en verano hay más flexibilidad.