Las protectoras de animales se encuentran en una situación límite ante el número de abandonos de perros y denuncian la pasividad de las autoridades para tratar de poner freno a un problema que no cesa. "Con la manera que tenemos de trabajar, siempre estamos completos. Nosotros no sacrificamos, por lo que cuando se va un perro en adopción, viene otro", explica la presidenta de la Asociación Protectora de Animales Domésticos Abandonados del Noroeste (Apadan), María Díaz.

Esta condición provoca que el refugio despliegue una amplia lista de espera para nuevos ingresos de animales: "El número de abandonos nunca baja. Recibimos diariamente avisos de perros por la calle y, aunque la lista de espera es amplia, siempre recogemos perros en estado crítico o con alguna enfermedad crónica", asegura.

Con el paso de los años, la gente está más sensibilizada con el problema que viven los perros a diario, un tema presente en la conciencia de todos, pero silenciado por la legislación, indican en Apadan. "Conciencia sí que hay, pero no es suficiente. Los datos no son equiparables, porque puede haber 30.000 abandonos al año, pero no hay 30.000 adopciones", explica Díaz.

A la hora de adoptar, los prejuicios son, en gran parte de las ocasiones, erróneos. "La gente tiene en mente adoptar a un cachorro o a una raza en particular. No quieren a un adulto porque piensan que a partir de un año de edad no se van a adaptar. Esta creencia es falsa", sostiene la presidenta de Apadan, quien, además, afirma que la capacidad de adaptación de un perro adulto "es muy buena. Ellos parten de una situación 'mala', como puede considerarse vivir en un refugio, por lo que una adopción la reciben como algo muy positivo".

Desde esta protectora, que nació en el año 2000, se conoce un "índice de fracasos inexistente" en adopciones de perros adultos. Todo un éxito que continúa creciendo gracias a la labor de los voluntarios. Una labor que va más allá de la adopción, y es que en Apadan se ofrecen diferentes opciones para la colaboración ciudadana.

La técnica del apadrinamiento "funciona muy bien y hay lista de espera para apadrinar a los perros. La persona que apadrina puede visitar al perro y pasar unas horas con él. Para el animal es algo muy bueno", dice Díaz. Otra solución es la acogida de perros mayores o con problemas de salud: "Es un esfuerzo mantener esta técnica, pero es algo en lo que realmente creemos. Perros con dificultades, enfermos y ancianos logran alargar su esperanza de vida gracias a esto. Desde la protectora pagamos su medicación y el veterinario durante el resto de su vida", explica.

La multa de la polémica

La Xunta aprobó el pasado mes de mayo la Ley de Protección y Bienestar de los Animales de Compañía en Galicia, en la que se expone que alimentar a animales abandonados en la vía pública será penado con 500 euros, mientras que recogerlos de la calle sin un permiso puede llegar a los 5.000. Ante esta medida, María Díaz considera que el enfoque no es el apropiado: "La manera de explicarla no es la indicada y la sanción monetaria está mal encaminada". Esta medida "garantiza que cualquier animal recogido en la calle pase por un centro autorizado. De esta forma se puede crear un censo real de perros abandonados y, si la persona quiere llevarse al perro, podrá adoptarlo si no es reclamado por su dueño". A día de hoy las cifras son orientativas, ya que hay más abandonos de los que se conocen. En la Comunidad de Madrid existe la Ley de Sacrificio Cero, algo que, según Díaz, se plantea para Galicia. "Ojalá se dejen de sacrificar perros, pero siempre y cuando sus vidas tengan cierto bienestar. No se puede masificar y hacer campos de concentración de perros que, al fin y al cabo, empeorarán su calidad de vida", comenta la presidenta de Apadan.

España: un cambio necesario

Holanda se convirtió el pasado año en el primer país sin perros abandonados. Un dato muy lejos de lo que ocurre en España y que podría solucionarse si se modificasen conductas base a la hora de educar. "Nuestro país no es comparable con otros países europeos. Son mucho más civilizados en el resto", comenta María Díaz. "Aquí hay dos problemas graves: el primero es el abandono y los animales callejeros. La mayor parte de los perros que se encuentran en la calle no tienen chip y no se pueden identificar. Si hubiese chip sería mucho más fácil encontrar a los dueños", avisa.

Esta pasividad a la hora de tomar precauciones se traduce en una falta de presión por parte de las autoridades: "Hay una obligación legal de implantar el chip a tu perro, pero si no se cumple no hay multas o medidas que presione al dueño a hacerlo, como puede ocurrir, por ejemplo, si no llevas los papeles del seguro de tu coche", expone Díaz.

En el medio rural la situación es todavía peor. Ahí es donde se localiza, en mayor medida, el segundo problema: "Los nacimientos descontrolados de perros y la impulsividad que termina en fracaso". Todo esto deja constancia de lo mucho que queda por hacer para mejorar la situación. "Es triste que la inactividad no sea social. La gente ayuda, pero no se recibe lo mismo por parte de la administración", concluye.