Pese a que los cambios en los estímulos eróticos y la conducta sexual vinculados al consumo de pornografía pueden producirse a cualquier edad, los expertos alertan de que estos riesgos se disparan cuando los consumidores son adolescentes o incluso niños. "Se sabe que cada vez el consumo de pornografía se hace a edades más tempranas. Hay niños de 10 o 12 años que acceden a estos contenidos y hay que analizar cómo puede afectarles ya que no son adultos, no tienen un mapa de la sexualidad todavía formado", alerta el presidente de la Sociedade Galega de Sexoloxía, Emilio López Bastos.

"El cerebro en niños y adolescentes todavía está en desarrollo, tienen que desarrollar sus habilidades sociales, comunicativas", recuerda este especialista gallego, quien da la voz de alarma a los padres "ya que muchos niños de 10, 12 o 14 años tienen un móvil en la mano con el que pueden acceder a cualquier tipo de pornografía y esto, a esas edades, se desvirtúa el modelo de relaciones sexuales", sostiene Emilio López, quien resalta que además muchas se veces se produce un "consumo por escalada". "Es decir, ante la facilidad del acceso, comienzan buscando pornografía explícita y así van subiendo hasta cosas más transgresoras que no es lo mismo que consuma un adulto, que tiene el mapa de sexualidad formado, que un adolescente", indica este experto, quien insta a los padres a "revisar los móviles, poner filtros o limitar el número de datos para navegar de sus hijos adolescentes".

Y cuando se confirme que efectivamente el pequeño ha consumido porno hay que sentarse a hablar con ellos para que sepan diferenciar entre la sexualidad real y la virtual. "Se habla con ellos, hay talleres de sexualidad o incluso charlas a través de internet", sostiene.