El Club de los Primeros Esposos. Julián. Alejandro. Fran. En El Club de las Primeras Esposas, tres mujeres, antiguas compañeras, divorciadas, abandonadas por sus respectivos, coinciden en el entierro de una amiga común. Y deciden formar un club con un único objetivo: vengarse de sus exesposos y darles donde más les duele... en el bolsillo. Julián es Cachuli, otrora excelentísimo, otrora reo, otrora rey del

cortijo, caído hoy en desgracia, en baja forma. Pero con sus ratitos, oye. Igual lo ves ahí, de bajón bajón, en las últimas, que reverdece algo y se juega un pádel o te concede una entrevista llamándole a su gitana de todo menos mi gitana: que ojalá no la hubiera conocido, que le dejó tirado como una colilla... Alejandro es casi familia. Albalá. Ex de Chabelita. Como Alberto Isla, sí, pero este es ex y actual a la vez el papá de Albertito. A ver si se me centran. Alejandro es que anda ahora por los platós (el otro ya lo hizo antes). El de la boda caribeña. Más o menos lo mismo que Julián pero en millenial. Y Fran es el ex de la Esteban, el camarero. Que también ha saltado. Pero qué esperar en un país en el que hablan hasta las Primeras Ex. A Chenoa me refiero. ¿O qué pensaban?

El bigote. Francisco Grimaldi,Malizia, en la Nochebuena de 1306, se

vistió de monje y acudió a las puertas de Mónaco, peñón inexpugnable en manos de los Spinola. Los centinelas no recelaron del fraile, que se reunió con sus secuaces, estranguló a la guardia y franqueó el paso a sus tropas. Así subió al trono el primer Grimaldi, su primo, el también primer Rainiero. Dos frailes barbudos, con largos bigotes y

espadas en alto, recuerdan en el escudo del principado aquel episodio. A ver, la historia, y más en esos siglos, es lo que tenía. Mónaco hoy es otra cosa. Tú dices Mónaco y ves estefanías y carolinas, guardaespaldas casquivanos, ruletas, circos, Gestas y demás, pero no monjes bigotudos. Bueno, sí, el príncipe Alberto anda ahora con un bigotito de galán de cine trasnochado. Dicen que en recuerdo de sus ancestros. Por Rainiero padre. No por el otro. Ni los monjes guerreros, claro.

Polimatía. La polimatía es la sabiduría que abarca conocimientos sobre campos diversos de la ciencia o las humanidades. La mayoría de los filósofos de la antigüedad eran polímatas. Anita no solo es fantástica, también polímata. Igual te da la clave para afrontar una crisis sanitaria que te marca la hoja de ruta en política macroeconómica. No sé qué tardan en ficharla de asesora global, en habilitarle el ala oeste enterita de la Moncloa. Andaban los corifeos por ahí insinuando que los negocios de su familia andan de capa caída y ella no sólo desmiente, sino que marca el camino mariano: que el dinero fluya de otra manera, porque es muy de fluir. Ana hizo una serie en la que era presidenta del Gobierno, creo. Duró un suspiro. Una mano negra. Fijo.

La suegra. Refranero español: El casado, casa quiere. Negando la mayor, la nueva parejita de moda en el cuché pijo y blanco, ahora que Iker y Sara han pasado al exilio luso y Cayetano y Eva ya esperan, va y se instala en casa de mamá y el Nobel. No es que no haya habitaciones. Sobre todo baños. Pero es raro. Son gente de posibles. Y es anunciar boda y mudarse. Una cosa que no hizo ni Kiko. Chabelita tampoco, pero es que ella salió rebelde. Dicen que es temporal, y por ahorrar, por optimizar recursos. Y que también a los ricos les aprieta dios, aunque no les ahoga. Mira los Thyssen. Refranero español: Si vives con tu suegra y tu mujer, pronto te echas a perder.

La herencia. La historia del apellido Matamoros está ligada a las batallas de Castilla contra el mundo árabe para liberar la Península Ibérica. Fue dado como mote a los que regresaban de las cruzadas. Ya saben, en los tiempos de Santiago. El blasón reproduce un roble de sinople sobre ondas de azur y plata. Siendo como es una nomenclatura controvertida, políticamente incorrecta, tiene sin embargo, así de entrada, como más raigambre hispana, histórica y nobiliaria que los Giaever. Y sin embargo, quién lo iba a decir, por la parte Matamoros, ya ven, músculo, labia y eso sí pero deudas hasta arriba y por la parte Giaever -así como muy extranjera, sin sustancia, ni fu ni fa al menos en tierras castellanas- ha podido venir la salvación. Dicen que Makoke, que es la Giaever de la pareja, habría herededado de una tía millonaria que ha muerto sin descendencia. Tanto como para retirar a su hombre del corral de JorgeJa. De momento, que estas cosas ya se sabe. Hay herencias envenenadas. O si no que se lo pregunten a Rosa Benito que se le iba la vida cada tarde en directo por el sumidero a cuenta de la nave dichosa que le legó la más grande. Hasta que logró colocársela a alguien la mujer. Y con Amador, igual.