El cáncer de mama es el más frecuente entre las mujeres en los países desarrollados. Un total de 488 fallecieron por esta causa en Galicia en 2015, según datos del Servizo Galego de Saúde (Sergas), lo que supone el 14,5% de las muertes por enfermedad oncológica entre las gallegas. El mamario es, no obstante, uno de los tumores con mejor pronóstico, hasta el punto de que, en general la supervivencia a los diez años ronda el 80%. España tiene, además, una incidencia y mortalidad por esta dolencia inferior a la media de la Unión Europea (UE), con Bélgica y Dinamarca como los países en donde se registra mayor prevalencia.

En esta elevada supervivencia juegan varios factores, entre los que destacan la mejora de los tratamientos y, sobre todo, la detección precoz. Y para la detección precoz, el cribado de cáncer de mama, que este año celebra sus bodas de plata en Galicia, ha sido clave. Hasta el punto de que, según los datos del balance de este programa, la mortalidad se redujo un 20% en los últimos 25 años. Y no solo eso: la supervivencia a diez años, en el caso de las mujeres a las que se les diagnosticó un tumor tras realizar este cribado, ronda el 93%.

"El balance del programa gallego de detección precoz del cáncer de mama es realmente positivo, principalmente por la reducción de la mortalidad a causa de esa enfermedad, pero también por el espaldarazo que su puesta en marcha supuso para el abordaje integral de esta dolencia en la comunidad gallega", apunta el coordinador de la Unidad de Mama del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), Joaquín Mosquera, y subraya: "Hay un dato muy llamativo, y es que, hoy en día, prácticamente no se realizan biopsias quirúrgicas para diagnosticar el cáncer de mama. El cribado ha significado un cambio total en la detección y en el manejo de la patología mamaria", recalca.

No se puede decir que en Galicia las mujeres no estén concienciadas de la importancia de esta prueba, a tenor de los datos que maneja la Xunta. En 2016 se alcanzó el récord de participación en el programa, un 83,1%, aunque ya en el último decenio se superaba el 80%. Un total de 153.806 mujeres de las 185.089 a las que se invitó a hacerse la mamografía, se sometieron a la prueba. Muy por encima del objetivo aceptable (70%), e incluso del deseable (75%). Las cifras, "difícilmente mejorables" según el coordinador de la Unidad de Mama del Chuac, son muy homogéneas por provincias. En Ourense se sobrepasó el año pasado el 84% de participación, pero Lugo, que presenta el número más bajo, llegó al 82,25 %.

El programa de cribado de cáncer de mama de la Xunta realiza mamografías cada dos años a las mujeres de entre 50 y 69 años, al igual que en la mayoría de comunidades. Sin embargo, la Sociedad Española de Ginecología abrió el debate al proponer, en 2016, que la edad de realización de la primera mamografía se adelantase a los 35 años para "prevenir un mayor número de tumores de mama". Una idea que rechazada, de pleno, desde la Sociedad Española de Oncología. El coordinador de la Unidad de Mama del Chuac respalda la opinión de este último grupo de profesionales. "No tiene ningún sentido, desde el punto de vista médico, adelantar las mamografías a los 35 años cuando no hay factores de riesgo", sostiene este facultativo, quien alega que a esas edades la prueba "es mucho menos eficaz". "Las mamas son más densas y sería preciso realizar pruebas complementarias a la mamografía, como una biopsia que lo único que supondría sería desencadenar estrés en las pacientes porque realmente la incidencia de este tumor a esas edades es muy baja", indica este especialista.

Mosquera reconoce cierta controversia sobre si empezar a los 45 años, "pero, desde luego, a los 35 no", y explica por qué el cribado finaliza al llegar a los 70. "No es que baje el riesgo, pero llega una edad en donde la supervivencia de la paciente no varía si se detecta el tumor al palpar un bulto o por una mamografía", concluye el especialista.