Habían pasado 31 años desde la última vez que Radio Océano pisó el escenario del Noroeste Pop Rock. En la primera edición del festival la banda tendría el honor de cerrar la velada, un privilegio sobre el cartel que en la realidad, y tras varias horas de retrasos acumulados, se convirtió en un surrealista concierto after hours. Incluso el cantante Xosé Manuel Pereiro -entonces Johnny Rotring- arrancó dando los buenos días al agotado respetable. En agosto de 2017, en la Praza das Bárbaras de A Coruña, las cosas fueron muy distintas a las de ese lejano 1986.

O quizá no tanto. Cambió el horario, pero no los protagonistas, ni las canciones, ni el sonido, todavía filoso, agresivo y amenazante. Incluso buena parte del público, por edad, podría haber estado en esa matinal involuntaria del Palacio de los Deportes. Probablemente la única novedad fue el aura que rodea el nombre de la banda y su repertorio, que el tiempo no ha cesado de magnificar. Porque el reconocimiento al trabajo de Radio Océano durante sus poco menos de seis años de actividad -desde finales de 1981 hasta 1987- ha ido aumentando exponencialmente en las últimas tres décadas. Buena prueba sería la presencia en As Bárbaras de varias generaciones de músicos locales. También que uno de los sellos más importantes del país insistiese al grupo para editar una completa antología.

Fue precisamente el interés de Carlos Galán, director de Subterfuge Records, el que provocó esta nueva encarnación del mito del punk atlántico: "Conseguí su único LP, Nin falta que fai (1986), y me fascinó tanto su música como todo lo que los rodeaba. Me había empapado con los grupos que surgieron de Vigo en esa época, pero Radio Océano eran unos desconocidos para mí. De inmediato pensé en hacer algo con ellos, le eché morro y he tenido éxito. Me hace mucha ilusión".

El contagioso entusiasmo de Galán contribuyó también a que los integrantes de la banda pusieran en perspectiva su propio legado: "El disco lo grabamos en verano en los estudios de RTVE, sin ingenieros ni productores en el estudio, y siempre quedó el resquemor de que podríamos haber logrado una buena grabación -lamenta el guitarrista Pablo Iglesias-. Pero con el tiempo se ve todo de otra manera. Al escuchar las maquetas anteriores al álbum, Carlos nos dijo que no nos dábamos cuenta de lo buenas que eran, que había mucha gente de esos años que nunca llegó a sonar tan bien. Pero eso se aprecia a posteriori".

La recopilación de Subterfuge Records tiene prevista su salida para marzo de 2018, y contendrá tanto lo más destacado de las grabaciones del grupo como material audiovisual. Esa labor arqueológica de músicos y editor vino acompañada de la vuelta al local de ensayo. "Si hay un disco habrá que presentarlo -explica Xosé Manuel Pereiro-, y ya que preparas los conciertos, al mismo tiempo descongelas temas y se te van ocurriendo cosas nuevas. Nos estamos redescubriendo un poco, con unos mecanismos de hace muchos años. También discutimos, pero somos como Richard Burton y Liz Taylor, que siempre se estaban reconciliando".

La vuelta a la actividad de la banda tuvo precedentes aislados en la sala Nasa de Santiago en 2010 y en la Nave 1839 de A Coruña en 2016, siempre a remolque de iniciativas de seguidores y compañeros. "Seguiremos mientras nos apetezca, sin ningún tipo de compromiso", asegura el vocalista, con un espíritu que entronca con el de sus primeros años de actividad. "En esa época no lo planeamos como una carrera con un horizonte, vivíamos lo que pasaba y punto", confirma el bajista Santiago Romero.

"Por ejemplo, cuando nos presentamos al primer concurso de rock de A Coruña, en 1982, fuimos tras solo seis horas de ensayo -recuerda Romero entre risas-. Lo veíamos todo como una broma, como un hobby. Habían pasado pocos meses desde el 23-F y seguíamos con el franquismo encima. Fue una onda expansiva de aprovechar el tiempo perdido". Una explosión que, en el caso de Radio Océano, tuvo al post punk de Joy Division y al eclecticismo de The Clash como vértices. "Pero buscábamos la diferencia, un sonido propio", concreta Iglesias.

Además, el ámbito de la banda iba mucho más allá de la música. "Vigo fue un referente en el pop y el rock, pero aquí se tejió un magma más complejo -puntualiza el bajista-. Xosé Manuel y yo éramos también periodistas y nos juntábamos con artistas, diseñadores, pintores y gente del audiovisual". Un ambiente de creación y provocación continua que tenía a la revista La Naval como órgano de expresión. El atlantismo impactaba allá por donde iba, con el grupo coruñés como banda sonora. Canciones como Hago cine con mi coche, Como o Vento y Narcisismo -basada en un breve poema de Lois Pereiro y recitado por su hermano entre una inquietante marea sonora, que conectaba con los The Fall más cortantes- completaban un mosaico artístico interdisciplinar.

Pero pese a contar con el apoyo explícito de Radio 3 y otros medios, Radio Océano no alcanzó el éxito masivo de otras propuestas gallegas. Quizá eran demasiado extraños e implacables para el público general, a lo que hay que sumar una firme convicción estética e ideológica, contraria a la más mínima concesión. "Nunca fuimos comerciales ni presentables. Yo dije en CBS que no quería triunfar, cuando ellos me hablaban de que podíamos ser una alternativa a Ilegales. No buscábamos una carrera como grupo con lo que conlleva, ni habríamos hecho una cosa como Camino Soria, de esas de estilo Paulo Coelho pop -ironiza Pereiro-. Cuando asumes eso, todo se convierte en un juego más situacionista. Estoy agradecido de como salió la cosa, lo normal habría sido que nadie se acordase de nosotros".

Según sus protagonistas, no es la de Radio Océano una historia de oportunidades perdidas ni de la búsqueda tardía de un triunfo negado en su momento. Tanto las dos maquetas y el LP que editaron en los ochenta como la próxima antología de Subterfuge ofrecen el relato sonoro de un movimiento que trascendía las canciones y de una época irrepetible: "No era todo tan complejo como ahora -opina Romero-. Ahora la gente está demasiado pendiente de todo, para tocar en directo un tema nuevo tienen que haberlo trabajado durante siete meses. Antes se montaba todo sobre la marcha, y algo nos queda de eso". "Nuestra forma de trabajar es casi igual que hace treinta años, pero con los medios actuales. No es lo mismo, pero sí muy parecido", concluye Pablo Iglesias.