Un equipo internacional de investigadores ha demostrado que una de las toxinas presente en el veneno de las tarántulas desactiva el canal que usan las neuronas para transmitir el dolor al cerebro, un hallazgo que ayudará a mejorar los tratamientos contra el dolor producido por las quemaduras. El cuerpo humano está lleno de terminaciones nerviosas especializadas en transmitir el dolor que, al detectar un golpe, corte o quemadura, se activan y envían esa información hasta la médula espinal. Una vez allí, una segunda neurona interpreta la información y la reenvía al cerebro, donde se traduce en dolor. El objetivo del estudio es que la información no llegue al cerebro y se frene el dolor. Con la toxina de la tarántula lograron lo mismo que con la morfina, pero sin los efectos secundarios de la morfina.