Cuando saltan alarmas relacionadas con los alimentos nos preocupamos porque nos afectan a todos. No es algo que ocurra con demasiada frecuencia, pero debemos estar atentos a las noticias que se divulgan sobre esos temas y seguir las pautas indicadas por los especialistas sanitarios. Afectan a muchos productos, no únicamente a nuestra nutrición, y las Organizaciones de Consumidores tienen cada vez más trabajo para luchar con estos problemas.

No creas que todo lo que comes está adulterado o es malo para tu salud porque caerías en una espiral de la que es difícil salir y acaba provocando problemas a quienes lo sufren día a día (incluso existen patologías relacionadas con ello). No debemos obsesionarnos, sino confiar en que nuestros dirigentes mantienen bajo control el tema.

La legislación es muy clara y los mecanismos de control eficaces en la búsqueda de fraudes que, aunque no sean demasiado peligrosos, constituyen un engaño para el consumidor. El fraude alimentario se puede definir como "la adulteración deliberada de los ingredientes de un determinado producto o la manipulación de los envases con ánimo de lucro". Esta definición incluye muchas posibilidades y es tan amplia porque así se facilita el poder analizar las situaciones que parecen complejas.

Lo primero y llamativo es que para prolongar la vida útil de un alimento y hacerlo más apetecible, los fabricantes abusan de colorantes y aditivos que, aunque no están prohibidos por la legislación española, no deben ser utilizados en exceso. Los utilizados en los productos elaborados a la venta en España están permitidos por nuestras leyes y tampoco podemos evitar su consumo, pero sí hacerlo en pequeñas cantidades si recurrimos a una alimentación lo más natural posible.

Los expertos señalan que la adulteración es más frecuente especialmente en algunos productos de uso habitual que han sido analizados en diferentes laboratorios. Entre ellos, podemos destacar:

-Aceite. Se mezcla el de oliva (de gran calidad) con otros de menor precio (cacahuete o avellana) y se vende como si fuera puro. No supone un daño grave a nuestra salud, pero sí al bolsillo porque pagamos cacahuetes como olivas

-Especias. Se presentan alteraciones en las más costosas. El azafrán puro es muy caro, por lo que se utilizan óxido o cromato de plomo como adulterantes. Pueden resultar peligrosos para la salud porque son tóxicos

-Café. Aunque no sea un producto muy caro, se falsifica el origen y método de elaboración (para incrementar su precio) porque hay determinadas denominaciones que tienen mejor fama que otros. En ocasiones se pueden encontrar restos de sustancias no permitidas que no suelen ser demasiado peligrosas para la salud, pero no pueden aparecer en él

-Leche. Se han encontrado varios adulterantes diferentes entre los que podemos señalar el suero, la proteína de la leche, caña de azúcar o melamina (sustancia que se utiliza para alterar el contenido de proteínas de los alimentos y se emplea en diversos productos elaborados). No plantean un problema de toxicidad grave

-Zumos envasados. Se han encontrado otras frutas diferentes de las etiquetadas, mezclas variadas, jarabes de maíz, extractos de flores, endulzantes, etc. El mayor problema es que no sea el zumo de la fruta que crees que has comprado o que sea una mezcla extraña que no deseas. No presenta toxicidad pero no estarías bebiendo lo que has comprado

-Miel. Se venden productos elaborados a partir de mezclas de azúcares y que contienen antibióticos, metales pesados o pesticidas, cuya composición está muy alejada de la que la legislación indica para que el producto pueda ser llamado miel

-Carne picada de ternera. Ha habido mucha polémica y sigue existiendo el temor a que lo que compramos no sea lo que queremos. Los diferentes preparados pueden contener otro tipo de carne (como ocurrió con la de caballo) de menor calidad, colágeno, grasas, aglutinantes, sulfitos, etc... y no ofrecen garantías sanitarias e higiénicas adecuadas. Causa muchos problemas la presencia de alérgenos que provocan reacciones adversas a los consumidores susceptibles

Afortunadamente, existen organismos que cuidan de nuestra salud y evitan que se produzcan problemas graves. La vigilancia es constante, por lo que no es fácil que un producto nocivo llegue a la cadena alimentaria. Confía en los expertos y no temas consumir los productos a la venta en los cauces establecidos.