Excusas para no ir al colegio, cambios en el carácter, aislamiento, rechazo al uso del móvil, pérdida o rotura del material escolar e incluso manifestación de enfermedades psicosomáticas son algunos de los síntomas que recoge un nuevo manual para que padres y profesores detecten el acoso escolar. Elaborado por las fundaciones ANAR (de ayuda a niños y adolescentes en riesgo) y Mutua Madrileña, esta guía reúne las preguntas y respuestas más comunes para detectar el acoso escolar y el ciberbullying y se basa en los consejos y consideraciones de expertos en educación, psicología, derecho y seguridad. El documento está disponible desde ayer en la página web de la campaña #NoBullying ( www.acabemosconelbullying.com) que comparten ambas entidades, que también han lanzado una nueva campaña en redes sociales para llegar a los chicos con mayor vulnerabilidad de sufrir estas agresiones, informaron las fundaciones.

El manual se estructura en siete apartados: definición de acoso escolar y ciberbullying; perfil del niño acosado; detección; actuación ante el acoso; ayuda y prevención; consecuencias legales, y cómo actuar con el acosador y los testigos.

Respecto al perfil, el texto señala que los estudios realizados por ambas fundaciones concluyen que la proporción de niños y niñas que dicen sentirse acosados es casi idéntica, lo que no ocurre con el ciberbullying, donde siete de cada diez víctimas de acoso son chicas. La edad más habitual para sufrir acoso es entre los 12 y 13 años, reduciéndose el número de casos después de esta edad. En cuanto al ciberbullying, la edad media es de 13,6 años.

Entre los motivos que desencadenan el acoso, los menores citan la marginación por ser diferentes, discapacidades, defectos físicos, ser poco abiertos o habilidosos en las relaciones sociales y no seguir las mismas tendencias o gustos de la mayoría. Hay ocasiones en que los niños acosados destacan por inteligencia, características de su personalidad e, incluso, atractivo físico, apunta la guía.

Pese a que los menores víctimas de acoso escolar terminan por pedir ayuda a sus padres, un 70% tarda más de un año en hacerlo ya sea por vergüenza, por no querer preocuparles o simplemente porque creen que pueden controlar la situación. Por eso, la detección precoz del acoso escolar por parte de los progenitores es fundamental para evitar ese tiempo. Una vez que confiesan, el problema suele haberse agravado y el chico puede sufrir daños psicológicos, por lo que entre las recomendaciones que recoge el manual está la de no sobrerreaccionar ni sobreprotegerles e implicarles en la búsqueda de soluciones.

Pasos a seguir

Una vez que se ha escuchado al niño, los padres deben poner el caso en conocimiento del centro, fundamentalmente del tutor y del equipo directivo, según el manual de la Mutua Madrileña y ANAR, y nunca tienen que intentar resolverlo por su cuenta llamando a otros padres o, por ejemplo, a través de un grupo de WhatsApp.

La nueva campaña en redes sociales contra el acoso escolar, cuyo lema es No alimentes al monstruo, es la segunda que lanzan las fundaciones ANAR y Mutua Madrileña y su objetivo es no dejar "indiferentes" a los chicos con mayor vulnerabilidad de sufrir estas agresiones, que son aquellos entre 10 y 14 años.

En ella, el acoso escolar se asemeja a un monstruo con un hambre insaciable de risas, silencios y comentarios de las personas que lo presencian, pero con un mensaje de esperanza: "Acabar con él está en la mano de cada chico y chica que lo presencia".