La llegada del otoño puede resultar difícil. Ya han pasado las vacaciones y se nos plantea un panorama en el que debemos asumir nuestras responsabilidades y hacer frente al día a día. Para mantener un cierto bienestar y conservar la energía necesaria, sería recomendable realizar unos pequeños ajustes en tus hábitos diarios a varios niveles interrelacionados.

Un pilar fundamental es el descanso; imprescindible para sentirte bien. Se recomienda:

-Dormir 7-8 horas al día en una cama cómoda situada en una habitación confortable.

-Olvidar los problemas al acostarte; si te agobian por la noche dedícales un ratito y después deja pasar una hora antes de irte a la cama.

-Evitar la siesta y mantener un horario fijo para acostarte y levantarte.

-Cuidar lo que comes, porque algunos alimentos influyen en el sueño.

Un buen aliado es el ejercicio. Acudir a un gimnasio habitualmente puede ser difícil, pero existen otras opciones:

-Muévete en casa (o en la calle), camina, sube y baja escaleras o corre durante 30 minutos.

-Realiza ejercicios suaves en la piscina. No es imprescindible que nades continuamente de un lado a otro.

-Establece una tabla de ejercicios sencillos que puedes realizar en casa. Diez minutos de abdominales por la mañana y otros diez por la tarde para tonificar espalda y brazos puede ser una buena opción.

-Organiza excursiones en el fin de semana que incluyan un poco de ejercicio. Patinar, andar en bicicleta, senderismo o acudir a un spa resulta muy satisfactorio.

-Si tienes algún problema de salud consulta al médico cual es el ejercicio más adecuado para ti. No descartes ninguna posibilidad: yoga, taichí o Pilates te permiten mover los músculos y quemar calorías.

No te encierres en casa, ya que el aire libre es muy importante para tu mente y tu cuerpo. Aprovecha los desplazamientos y procura hacerlos andando o en bicicleta, sin escudarte en el mal tiempo para evitarlos. Durante el fin de semana planea actividades que te obliguen a permanecer en el exterior, pasea por un parque o vete a ver tiendas fuera de los centros comerciales. Intenta seguir recibiendo la luz del sol, porque es necesaria para la síntesis de vitamina D (imprescindible para los huesos pero también para evitar la depresión otoñal). Tómate un tentempié a media mañana en una terraza. Desde que las han adaptado a la ley antitabaco son más acogedoras, hace menos frío y te permiten disfrutar del aire libre.

Evita el estrés, pues nadie puede vivir continuamente preocupado, angustiado o enfadado. Hay momentos mejores que otros, pero no lograrás sentirte bien si tu mente está excesivamente ocupada con los problemas cotidianos. Aunque no es fácil, debes liberarla de la tensión acumulada y evitar caer en problemas asociados. Reserva una parte del día para tu ocio personal -aunque sea difícil- porque todas nuestras horas suelen estar ocupadas. Pide cita a tu médico, ya que cuando no puedes controlar el estrés y percibes sensaciones extrañas debes ser tratado por el especialista. Habla con él, explícale los síntomas y no te automediques.

Cuida lo que comes, pues es fundamental para tu salud. Consulta a un especialista en dietética y nutrición y no utilices la falta de tiempo (o de ganas) como excusa para comer mal, porque quedarías atrapado en una espiral compleja: no me apetece cocinar, lo que hay para comer no me gusta, me alimento mal, estoy muy cansada y no me apetece cocinar? y así sucesivamente. Incluye en la dieta alimentos que te ayuden a mantener alta la energía y un estado de ánimo positivo, como:

-Aceite, contiene vitaminas (A, D y E) y una combinación de ácidos grasos típicos de cada vegetal muy beneficiosos.

-Avena, además de proteínas, vitaminas (mucha B1), minerales y ácido linoléico contiene avenina, un alcaloide de efecto sedante. Muy indicada en alteraciones digestivas por estrés y demás síntomas relacionados (fatiga, insomnio, etc.).

-Carnes magras (cerdo, ternera, pollo sin piel, pavo, conejo, etc.), contienen tirosina (aminoácido relacionado con los niveles de dopamina) y vitamina B12 (que reduce el insomnio y la depresión).

-Frutos secos (nueces, pistachos, anacardos, etc.) que contienen ácidos grasos omega 3 y 6, vitamina E, vitaminas del grupo B, magnesio, cobre, fósforo y zinc.

-Leche desnatada, contiene poca grasa y es rica en triptófano (precursor de la serotonina) y calcio (relajante del sistema nervioso).

-Pasta, compuesta por un 80% de hidratos de carbono de absorción lenta, evita la bajada brusca de los niveles de glucosa en sangre.

-Plátanos, muy nutritivos y con un alto contenido en minerales (magnesio y potasio, principalmente). También contiene vitaminas A, E, C, B y ácido fólico. Se considera remineralizante, antioxidante y favorecedor de la recuperación tras etapas de nerviosismo o depresión.

-Pescado azul (salmón, atún, sardinas, etc.) aportan ácidos grasos omega 3 y 6 de gran interés nutricional.

-Yogur, aporta calcio, potasio, vitaminas del grupo B, ácido fólico y aminoácidos esenciales. Puedes optar por el desnatado o con trozos de frutas.