Ralentizar el avance de la miopía en niños o adolescentes es posible. Lo ha conseguido un laboratorio internacional con el que ha colaborado el optometrista gallego José Manuel González Meijome. Desde la Universidad de Minho en Braga (Portugal), donde trabaja, ha participado en el estudio clínico para comprobar la efectividad de unas lentes de contacto que consiguen frenar este defecto ocular, consistente en ver borrososa objetos situados lejos. Con este tratamiento, han conseguido que la progresión de la miopía se frene en un 59%.

Para comprender la acción de estas lentes, hay que explicar primero que la miopía consiste en un crecimiento excesivo del globo ocular respecto al cristalino y la córnea, lo que se da principalmente, en la infancia, concretamente, entre los ocho y doce años. Para luchar contra ella, hay que ralentizar esa ganancia de volumen. "Durante el mismo espacio de tiempo, tres años, a los niños que usaron estas lentes el ojo les creció la mitad de lo que les aumentó al otro grupo de pequeños que empleaban lentillas normales", explicaba ayer este optometrista de Lalín (Pontevedra).

Cada seis meses, los investigadores medían la longitud del ojo de los niños participantes. El Meijome lo hizo desde su centro de investigación en Braga; pero también se realizó en otros de España (Universidad Europea de Madrid), Singapur, Portugal y Reino Unido.

En tres años, a los que utilizaban la lente normal, les aumentó un milímetro la longitud. En el otro grupo de la lentilla especial pasaron de 24 a 24,5 milómetros, es decir, ganaron medio milímetro.

"Podemos pensar que no es importante; pero el crecimiento de un milímetro se traduce en la ganancia de tres diotrías. Por cada milímetro que el ojo crece, se ganan tres diotrías de miopía. El niño pasaría a no ver ni siquiera a un metro de distancia", aclara Meijome.

Preguntado acerca de la causa de que las lentes vayan dirigidas al público infantil y adolescente, este doctor, Premio Internacional al Optometrista del Año 2916, subrayó que "la miopía crece más rápido y alcanza mayores valores cuando empieza en la edad infantil".

Sobre la posibilidad de que los adultos pudiesen usar estas lentillas del laboratorio Cooper Vision -de nombre Misight-, respondió que sí podrían utilizarlas aunque matizó que "no podemos extrapolar los datos de esta investigación a adultos; tendríamos que realizar un nuevo estudio. Los patrones de crecimiento del ojo son diferentes entre niños y mayores".

Este científico gallego se encuentra embarcado en otras investigaciones en el ámbito de la miopía que desarrolla desde la Universidade de Minho, en Braga. Una de ellas consiste en un estudio epidemiológico que ha evaluado unas 5.000 personas en Portugal. Una de las conclusiones es que, a los seis años de edad, solo un 5% de la población es miope. A los nueve años, el índice sube al 12%. En el grupo de 14 años, afecta al 17% y "cuando llegan al primer año de facultad con 17 o 18 años estamos hablando de que el 30% de los alumnos que inician la universidad ya son miopes".