Entre la cantidad de información sobre riesgos y posibles enfermedades con las que puede nacer el niño, desde la Asociación Galega de Nenos Prematuros (Agaprem) echan de menos más sobre los partos que se adelantan a la fecha prevista. "La información que se da es prácticamente inexistente", explica Diana Freiría. Durante los controles de salud del embarazo, explica, se realizan muchas pruebas de enfermedades que tienen una muy baja incidencia, de menos de un caso entre 1.000, mientras que apenas se explica a las madres la posibilidad de un parto prematuro, que se da en un 11,5% de los casos. "Cuando tienes un niño de 28 semanas el riesgo de parálisis cerebral es del 15%. Para eso hay que estar preparado y hay que dar información para ser capaz de afrontarlo", reclama. Freiría pide información para que las madres tengan herramientas con las que "combatir su nivel de angustia". Recuerda que cuando rompió aguas, a los seis meses de embarazo, pensó que tendría "feto muerto o un niño con parálisis cerebral". "No pensaba que un niño de seis meses pudiese ser viable, explica.

El neonatólogo José María Fraga explica que, en los países con alto porcentaje de prematuros, se pueden prevenir unas tres cuartas partes con programas de control de ciertos factores que influyen en que el embarazo no llegue hasta el final. Por ello, considera que hay que dedicar más recursos a la prevención y a las consecuencias derivadas de los trastornos metabólicos que, nacer antes de tiempo, puede provocar al niño.

Los niños que nacen antes de la semana 28 o con menos de 1,5 kilos de peso están controlados por un médico neonatólogo durante sus tres primeros años de vida. Esto es esencial para la asociación de padres, ya que muchos pediatras, dicen, se olvidan de las condiciones especiales que tiene el crecimiento, a un ritmo diferente, de sus hijos. En Agraprem tienen una escuela de padres que trata de ser un apoyo cuando los niños abandonan el hospital y pasan de tener vigilancia médica 24 horas a depender totalmente de sus padres. Los casos más graves pueden contar con ayudas como la de la dependencia para libranzas de cuidados o tratamientos concretos, que se valora cada seis meses hasta que el niño cumple los 18 años. Para Freiría es complicado considerar si las ayudas son suficientes porque, dice, poder optar a la dependencia ya fui un gran cambio en los últimos años, pero señala los casos de los grandes prematuros, en los que las secuelas pueden ser graves. Los neonatólogos, explica, no recomiendan que un niño con capacidad pulmonar limitada vaya a una escuela hasta los tres años porque un contagio habitual puede acabar en un ingreso hospitalario. "Un prematuro que necesite cuidados continuos supone que un progenitor tenga que dejar el trabajo porque no puede ir a la guardería y para eso las ayudas son insuficientes", apunta.