Domingo 3

El plumazo. Los guacamayos son muy populares como mascotas por su colorido plumaje, su inteligencia y elocuencia y su longevidad. Entre el vecindario, algo menos populares: se ve que son aves ruidosas y chillonas, sobre todo mientras comen o se acicalan. Fran tiene una en casa. Una guacamaya. También Paris Hilton, por ejemplo. Por lo que cuentan los cronistas del corazón, la guacamaya o lorita vino de algún modo a ocupar el espacio de Belén. Fran es Álvarez, el hombre que se casó con la Esteban, el camarero. Se divorciaron hace siete años. Y más o menos por entonces llegó la guacamaya. Pasados esos siete años, un número bíblico, cabalístico, mágico y todo eso, ha vuelto a ocurrir. La guacamaya (de un modo tan físico como simbólico) ha ocupado el espacio que otrora ocupara Belén. Bueno, no toda la pájara. Igual que no se trataba literalmente de la mujer. Hablamos de símbolos, de partes por todos. La exesposa, cuando ocupaba el corazón del hombre, ocupaba también -al menos su nombre- su antebrazo. Ahora que nada les une, ha optado por transformarlo en una pluma, un plumón, con la que empezar a escribir una nueva vida, dicen los cronistas cuando se ponen cursis Y en sentido homenaje a la guacamaya. Claro.

Lunes 4

Yola Goya. A Yola Berrocal le hacen palmas las yolas (orejas). La han propuesto para ser nominada a los Goya como actriz de reparto. No por su remake de la niña del exorcista -"¡Sácamelo, sácamelo!"- en presencia de Pocholo, el peluquero de Karina y otras autoridades en la materia en aquel kicht Hotel Glam. Por su papel en el filme -de sugerente título- Cosmética Terror. Yola está happy aunque es difícil que acabe en la alfombra roja. Por si acaso, ha dejado claro que la española cuando pisa es que pisa de verdad, aunque sea en suelo patrio y la moqueta no sea colorada ("Yo amo España y nunca la ridiculizaría con ese tipo de trajes"). Por su examiga Sonia Monroy, el traje banderita tú eres roja, banderita tú eres güalda y el photoshop con el tío Óscar lo dice. Sonia, por cierto, también estuvo prenominada. Y Kiko Rivera. Quien olvida su historia está condenado a repetirla. Dicen.

Martes 5

Sissy. Lo de Isa y Alberto Isla me recuerda mucho -demasiado- a lo de María Jesús y el señor Gil. No físicamente. Y salvando las diferencias, que las hay, y muchas. Es algo más subrepticio. Además, Chabelita y el chico igual están en París que en Nueva York y el señor Gil y la exmiss no, no sé si por las cosillas pendientes de él o qué. Pero mientras ésta ya no anda modelando, que algo modeló, no mucho pero algo, la pequeña Panto sigue ahí, erre que erre, empeñada en el mundo de la moda. Recordarán que quería montar una cosa de camisetas con mensaje amadrinada por mamá. Ya tiene nombre la cosa, Sissy. En fin. Vivió en Londres un tiempo -con la niñera Dulce y el otro novio, no éste- así que ella sabrá. La tonadillera, no. Ella, lo que diga la niña. Su buen internado le pagó.

Miércoles 6

El penacho. Ustedes, influenciados por el cine, piensan en indios y son los pueblos oriundos de las grandes llanuras de América del Norte los que se les representan como arquetipo. Ya saben, esos pieles rojas a caballo con generoso y abundante tocado de plumas de águila. La baronesa Thyssen tenía en tiempos uno en el dormitorio de Villa Lugano. Un penacho que le regaló su marido el barón. De plumas blancas de águila calva, para ser exactos. Al aristócrata se lo había dado a su vez John Lodge, que fue actor antes que embajador. Tita, Carmen, la baronesa, entendía. De plumas. Piensen que también fue actriz —no de mucho reconocimiento, pero actriz, en Hollywood y aquí, cuando el destape y el playboy Santoni, dos conceptos fascinantes— antes que noble y que estuvo casada con Lex Barker. Dices Barker y dices Tarzán —Tarzán y Tita— pero no, que también hizo sus westerns. Así que la baronesa entendía sin duda más que el barón, que era muy fan de las culturas nativas americanas pero tiraba más al viejo continente y el arte pictórico. Ahora su viuda ha entregado el penacho al Museo de Antropología de Madrid. Se ve que no le iba con las cortinas andorranas. O le asustaba a los nietos. O temía que le criase parásitos. Ella opina que en el museo estará mejor. Los vaqueros, también. Los indios, las águilas calvas, y el barón, nunca lo sabremos.

Jueves 7

Las pápulas. Y mira que te lo advierten en cualquier foro, página web o folleto turístico y cuidado que ellos son leídos: que siempre hay mosquitos en Tailandia, que uses repelente, que duermas tras las mosquiteras... Pues nada. Como Mejide y Laura no se ahorran ni un detalle de sus viajes y sus cosas, de su luna de miel no han perdonado ni los habones. Así que cada vez que un mosquito hembra sondeaba la piel del huésped -ella (más propensa)- liberando saliva, el sistema inmunológico del huésped, ella, las interpretaba como sustancias extrañas y provocaba una respuesta inmune inmediata en la piel (abultamiento y picor), al huésped (ella) le faltaba tiempo para hacerse un selfie de pápulas y compartirlo. Pura entomología casera. Tailandesa, eso sí.

Viernes 8

Idiomas, querida. Han vuelto. Ya pisan suelo español. Han vuelto como las grandes. Igual que se fueron. Con mucho ruido. Con mucho bulto. Por las maletas. Tantas llevaban que la productora tuvo que pagar un pico (1.200 euros, cuentan) solo por el exceso de equipaje de Terelu, que es como la más. Las Campos han hecho las Américas. Los compañeros de vuelo aseguran que de inglés, ni papa. Me extraña porque las niñas fueron a colegios de pago y la matriarca tiene proyección internacional, sobrepasa las hechuras de la piel de toro, porque así lo dijeron en un programa de Miami al que acudió, parecido al que tenía ella aquí antes, y porque en la Wikipedia se puede leer que María Teresa "is a Spanish journalist and television presenter". Han estado en Nueva York y ella ha hecho de Audrey en Desayuno con diamantes, eso lo sabemos. Amenazan con otro viaje interoceánico, esta vez a Japón. Uy, no sé. Eso ya es otra cosa. Otra cultura, una lengua de raíz filogenética bien diferente. Con la centralita del hotel de las Campos, los de Sálvame, hasta Belén Esteban, mal que bien se entendieron. Idiomas, querida, que dijo Aramís. Otra que posee el don. De lenguas.