Elsa Altagracia Alzequiez se puso ayer el vestido rojo y los zapatos nuevos que había reservado para Navidad. "Unas voces en el oído" -relata, dando a la parapsicología valor de ley- le indicaron de madrugada cómo lucir el día grande de la lotería. "Me explicaron que habría noticias muy importantes para mí". Y ella creyó como solo puede creer quien ejerce como vidente en Xinzo de Limia (Ourense) desde hace 14 años. "Yo tengo a mis seres, entro en trance", explica con naturalidad. A ese hábito premonitorio se entregó para comprar lotería, tras lograr algunos premios menores y prestarse como adivinadora para otros de números afortunados, repasaba ayer, entusiasmada. "En un sueño me dijeron que jugara a este número y yo lo jugué", explica. Elsa, nacida en República Dominicana hace 51 años, apostó por el 51244. Suyos son los 250.000 euros en dos boletos del único reparto del segundo premio en la provincia de Ourense.

"Me puse mi ropa nueva pero estuve ocupada a primera hora de la mañana; fui a llevar a mi hija al médico. Al llegar a casa miré y ahí estaba el premio ¡Ay, muchacho!, cuando me enteré se me cayó el alma al suelo pero yo misma la recogí", dice, Elsa, que saborea con alegría la fortuna tras vivir momentos malos que la lotería alivia ahora. En 2014 fue condenada por la Audiencia Provincial de Ourense por falsificar certificados médicos y bancarios para realizar solicitudes de empleo con el fin de traer a compatriotas. "Siempre saco algo pero este es el año con el premio más grande. Hice de adivinadora para otra gente, como un hombre de Sandiás y a gente en Chaves, en Portugal", reivindica antes de adelantar sus planes: "El premio es para deudas y ayudar a la familia. Quiero dar una carrera a mi hija, que está estudiando Periodismo tras sacar una matrícula de honor. Y seguiré trabajando", completa.

La agraciada selló sus boletos afortunados en la administración única de la localidad de Xinzo de Limia. El ritmo frenético de ventas continuaba en la jornada ayer, ajeno a la noticia del segundo premio y al revuelo de medios de comunicación en el local. Había hasta clientes tan rezagados que preguntaban a las 11 de la mañana si todavía quedaban décimos para el sorteo en curso.

Al lotero, Xosé Antonio Carrera, de 68 años, la suerte de repartir dinero en su negocio le hizo una ilusión relativa: "Pienso que esto no tiene tanta trascendencia,", dijo al verse rodeado de la nube de micrófonos. "Jubilarse vale más que un premio, jubilarle sí que es el premio", comparó.

Carrera nació en 1949 y sus padres ya se dedicaban a la lotería. Herminio Carballeda tomará el relevo tras aprender del dueño a su lado. El 8 de enero dejará la administración situada en la Avenida de Madrid después de haber repartido su primer premio importante del sorteo navideño justo al final. "Nunca habíamos dado premios grandes en Navidad. En pesetas, en otro sorteo, tocaron 100 millones a un solo décimo en los 90", recuerda.

Dos premios en 140 metros

La lluvia de millones de otras latitudes eludió la provincia de Ourense, la que menos invirtió de toda Galicia, con 47 euros por habitante frente a la media de 63 euros en el conjunto de la comunidad. Al segundo premio vendido en Xinzo de Limia se sumaron décimos de 6.000 euros cada uno de dos quintos premios distintos que cayeron en dos administraciones próximas de Celanova, Ourense y Pereiro de Aguiar.

El 58808 se vendió en el bar Novo de Celanova. Uno de los dos décimos fue a parar a una peña de una treintena de miembros, que tocará a menos de 200 euros cada uno. El otro recayó "en una persona conocida de Celanova, pero no voy a ser yo quien lo diga si antes no lo dice él", resolvía ayer José Ramón Fuentes. El Novo sabe lo que es repartir alegría en forma de dinero: "Ya tocó un Euromillón de 1,3 millones de euros y una Primitiva de 115.000 euros. Del Sorteo de Navidad este es el primero".

Del bar de la calle Emilio Pardo Bazán a la administración de Celanova en la Celso Emilio Ferreiro hay una distancia de 140 metros y un minuto a pie, más o menos. En este último establecimiento se vendió por máquina un billete del 22253 -agraciado con 6.000 euros-, otro de los quintos premios. "Siempre da alegría y ánimo", reacciona José Pío Álvarez, de 53 años, al frente de un negocio iniciado por su abuelo que dentro de dos años será centenario. Aquí ya ha sonreído el azar antes. "Vendimos un tercero de Navidad cuando estaba mi padre y, en 2002, casi nueve millones de un quinto que cayó íntegro".

El 22253 llegó a otros lugares de Ourense. En la tienda estanco de A Derrasa (Pereiro de Aguiar), donde ayer por la tarde aún desconocían cuántos billetes habían despachado. También tocó en el negocio Vilamarín, un establecimiento que aúna la venta de loterías y golosinas en la calle río Xares, barrio de O Vinteún. Por la tarde, el dueño Antonio Nóvoa tampoco si había despachado más de un boleto. "Desde que me enteré esto ha sido una fiesta", indicó.