Aporofobia, el neologismo que da nombre al miedo, rechazo o aversión a los pobres, ha sido elegida palabra del año 2017 por la Fundación del Español Urgente, promovida por BBVA y la Agencia Efe. Esta es la quinta ocasión en la que la Fundéu BBVA da a conocer su palabra del año, escogida entre aquellos términos que han estado presentes en mayor o menor medida en la actualidad informativa durante los últimos meses y tienen, además, interés desde el punto de vista lingüístico.

También su historia es larga. La voz aporofobia fue acuñada por la filósofa española Adela Cortina en varios artículos de prensa en los que llamaba la atención sobre el hecho de que solemos llamar xenofobia o racismo al rechazo a inmigrantes o refugiados, cuando en realidad esa aversión no se produce por su condición de extranjeros, sino porque son pobres.

Este término se acaba de incorporar al Diccionario de la lengua española y el pasado mes de septiembre el Senado español aprobó una moción en la que pide la inclusión de la aporofobia como circunstancia agravante en el Código Penal.

Entre los más felices por la aceptación del término se encuentra el portavoz de Os Ninguéns, Antón Bouzas, que incluso pidió que se incluyera en la RAE en 2008. El entonces responsable del grupo de autoapoyo Imán-Cedro, impulsó una campaña para promover el término acuñado por Cortina, en sentido pedagógico. Finalizaron repartiendo folletos con la definición por la ciudad. "Hay personas en la sociedad que, a veces por miedo, otras por desconocimiento, desprecian a los pobres", valora Bouzas. "Me gustó porque es importante que haya un referente (una palabra) que en cierto modo describa esta posible actitud hacia las personas desfavorecidas", añade.

Por su parte el presidente de la ONG Vida Digna, Ricardo Misa, alude a la tendencia actual de "bautizarlo todo". "No es un término moderno, sino que se escucha desde hace años, pero si se ha nombrado como palabra del año es porque suena mucho", razona. "La impresión que tenemos las asociaciones que trabajamos con personas en riesgo de exclusión social y pobreza real, es que notamos cierta indiferencia en algunos ámbitos sociales; no tanto fobia". En el origen de este problema, Misa sitúa que "parece que vamos a mejor, pero la realidad es que tenemos lista de espera de familias que precisan ayuda para llegar a fin de mes. Eso sí, como se percibe una mejoría en el ambiente, parece que nos hemos olvidado. O quizás, estamos aburridos, cansados de escuchar hablar de las necesidades y los demás", expone.

El origen

La existencia de esa "lacra sin nombre" llevó a la catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia a rebuscar en sus diccionarios escolares de griego hasta encontrar el término áporos (pobre, sin recursos) y construir, a partir de él, el neologismo aporofobia. Volvió a emplearlo en otros artículos y conferencias, en libros de texto y pronto la palabra ganó terreno entre las organizaciones sociales y los defensores de las personas sin recursos. Por fin había un término capaz de señalar una realidad lacerante, de hacerla visible.