"Participar en el botellón constituye un factor de riesgo de cara al desarrollo de un consumo problemático de sustancias que, en última instancia, podría llegar a derivar en un posible trastorno o dependencia". Así de tajantes se expresan los investigadores Sandra Golpe Ferreiro, Carmen Barreiro Couto, Manuel Isorna Folgar, Jesús Varela Mallou y Antonio Rial Boubeta, responsables del artículo La práctica del botellón en adolescentes gallegos, publicado en la revista Behavioral Psychology / Psicología conductual a partir de la encuesta sobre consumo que realizaron entre estudiantes de ESO, Bachillerato y FP de Galicia.

Lo argumentan con que "además de unos mayores niveles de consumo de alcohol y otras sustancias, también se ha podido constatar" en su investigación "unas tasas de consumo de riesgo entre 12 y 13 veces superiores" entre los asistentes al botellón.

Pero el alcohol, cuya ingesta es casi generalizada entre quienes acuden a esos encuentros -sobre todo vodka, ron y cerveza, dicen, porque a esos foros no se acude "como un mero espectador"-, no es lo único que se toma en un botellón. La mitad de quienes participan fuman tabaco y un 37,3%, cannabis y apuntan que casi 4 de cada 10 adolescentes "presenta un patrón de consumo claramente de riesgo al incorporar a dicho repertorio de consumo otras sustancias".

Eso sin contar las prácticas de riesgo que van asociadas más allá del recurso a los psicoactivos: la más frecuente, indican, es la de viajar con un conductor bajo los efectos del alcohol.