Son la esencia del Tercer Sector, el motor incombustible de las ONG. Sin ellos, las entidades de acción social no podrían desarrollar su labor. Los voluntarios donan parte de su tiempo libre para mejorar la vida de quienes más lo necesitan. Y lo hacen sin contraprestaciones, motivados, únicamente, por sus ganas de ayudar.

"Los voluntarios son el puntal y el mayor tesoro de nuestra organización", destaca la coordinadora de voluntariado de la Junta Provincial de la Asociación Española contra el Cáncer en (AECC) en A Coruña, Belén Lerma. "Realizan una labor callada, anónima y altruista, cuyo único fin es ofrecer apoyo y consuelo a pacientes oncológicos y a su entorno más cercano", añade.

Visitar a los enfermos hospitalizados, acompañar a pacientes en su propio domicilio para que sus familiares puedan tener un respiro o dar apoyo a quienes reciben tratamiento en el Centro Oncológico de Galicia son solo algunas de las labores que llevan a cabo los cerca de 1.100 coruñeses que colaboran como voluntarios con la Junta Provincial de la AECC. "Para colaborar en los programas que se desarrollan en el hospital, o en el voluntariado a domicilio, hay que pasar una entrevista para evaluar si esa persona está preparada para afrontar la situación y ver dónde puede encajar mejor. Además, nuestros voluntarios reciben todos los años cursos de formación", señala Lerma.

La coordinadora de la AECC en A Coruña reconoce que el perfil del voluntario ha cambiado mucho en los últimos años. "Antes la gente que se ofrecía para acompañar a enfermos de cáncer eran principalmente mujeres, con edades comprendidas entre los 50 y los 70 años. Ahora también tenemos muchos jóvenes, y cada vez más hombres están concienciados. De hecho, en el carrito Don Amable -un servicio que la AECC presta a los pacientes que reciben tratamiento en el Centro Oncológico de Galicia y en el Complexo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS) y que, en breve, también se ofrecerá en el Hospital Naval de Ferrol-, llegamos a tener un turno de voluntarios completamente masculino", apunta Belén Lerma, quien admite, no obstante, que un porcentaje muy significativo de voluntarios son personas que, en su momento, también tuvieron que hacer frente a la enfermedad. "Son muchas las personas que, una vez superado el cáncer, deciden ayudar a otros que se encuentran en esa situación", indica la coordinadora de voluntariado de la AECC en A Coruña, y añade: "En mayor o menor medida, casi todos los voluntarios de la asociación han tenido cierta relación con esa dolencia, en su familia o porque alguna amistad cercana la ha padecido".

Los voluntarios no son técnicos y por ello, su papel se limita, muchas veces, a dar conversación, escuchar o intentar sacar una sonrisa a los pacientes o a sus familiares. "El objetivo es, muchas veces, simplemente animar a los enfermos y a sus familiares mientras se someten a la quimioterapia o hacer compañía a pacientes ingresados que no tienen a nadie de su entorno cerca", apunta la coordinadora de la AECC en la provincia de A Coruña. Un gesto sencillo, pero muy importante para quienes lo reciben. "El voluntariado te enriquece como persona y siempre merece la pena", concluye Lerma.