El 95% de los niños de entre 10 y 15 años usa internet, una ventana al mundo llena de posibilidades pero que también entraña graves riesgos, como el ciberacoso y el abuso sexual. Así lo advierte Unicef en su informe Los niños y las niñas de la brecha digital en España. La organización califica de "preocupante" la utilización de internet que hacen los menores y reclama medidas que garanticen la protección de los niños también online.

"Los datos sobre el uso que hacen los niños de internet son escalofriantes. Y cada vez empiezan a edades más tempranas. Los niños que hoy tienen diez años comenzaron a usarlo ya con siete", afirma Irene Marín, coordinadora de Unicef Comité Galicia.

Y es que el 80% de los niños gallegos de 12 años e incluso menores tienen su propio móvil. De estos, el 97% está registrado en al menos una red social y el 51% en más de cuatro, según datos del estudio sobre el uso de internet de los adolescentes gallegos de la Universidad de Santiago (USC). Dirigido por Antonio Rial, doctor en Psicología Social, este estudio comenzó en 2014 y empleas una muestra de 4.000 adolescentes.

Según el profesor de la USC, el ciberacoso, el contacto con desconocidos, el sexting-neologismo que alude al envío y recepción de imágenes con contenido pornográfico y/o erótico a través de dispositivos electrónicos- y la dependencia son cuatro de los principales riesgos que encierra el uso indebido y el abuso de internet por parte de los menores.

Este estudio revela que uno de cada diez adolescentes sufre ciberacoso, un 8,8% son acosadores y, además, casi la mitad de los acosados son también acosadores. "Los padres que se preguntan si sus hijos estarán siendo acosados por internet tienen que preguntarse también si estarán siendo acosadores", alerta Rial, que añade que en la red no hay diferencias reseñables entre sexos entre acosadores y acosados. Tampoco es un problema exclusivo de la edad. "Los casos se duplican entre los 13 y los 15 años, y después bajan un poco, pero no desaparecen", añade.

El especialista añade que los menores que juegan a videojuegos violentos presentan tasas de ciberacoso hasta tres veces superiores a los que no consumen este tipo de juegos, lo que implica también que también son más acosadores. "El índice de victimización del ciberacoso también es mayor entre las chicas que juegan a estos videojuegos", añade Rial.

Asimismo, uno de cuatro menores gallegos practica el sexting, ya sea mandando imágenes ( sexting activo) como recibiendo (pasivo), de los cuales, el 25% termina sufriendo coacciones o intentos de extorsión. Además, el 52,7% de los menores tiene por costumbre aceptar como amigos en sus redes sociales a personas que no conocen y uno de cada tres termina quedando físicamente, lo que supone cerca de 20.000 menores. "En la mayoría de los casos, son chicos de su misma edad, pero esta práctica es un caldo de cultivo para los pederastas porque es muy fácil ganarse la confianza de un niño o de un adolescente en una o dos semanas", advierte el psicólogo social, que añade que otra vía de contacto que tienen los adolescentes es a través de los videojuegos, muchos de los cuales incluyen la posibilidad de jugar online y chatear.

El especialista advierte también del aumento de casos de niños "enganchados" a las nuevas tecnologías. Según el estudio de la USC, un 30% de los menores gallegos, esto es, uno de cada tres, pasa cinco horas o más al día conectado, y uno de cada cinco presentan lo que se denomina un uso problemático de internet, es decir, que el empleo que realiza interfiere seriamente en su vida personal y en su entorno. "Uno de los elementos donde se manifiesta es en las quejas de terceros y en este sentido, el 42,5% de los chavales manifiesta tener discusiones frecuentes en casa a causa del móvil", explica el especialista, que añade uno de los principales problemas de convivencia familiar es el uso de este dispositivo.

Sin embargo, Rial matiza que no hay que demonizar las nuevas tecnologías ni tampoco a los adolescentes. "Los pocos estudios que hay sobre población adulta arrojan cifras peores. No es un problema de la tecnología ni de adolescentes, sino de la deriva que está tomando la sociedad", asegura el experto, para quien la gran piedra angular es la familia.

"Las competencias digitales son importantes, pero las humanas lo son más y aquí es donde estamos perdiendo las referencias. No estamos educando. Estamos dando un móvil a nuestro hijo para quitárnoslo de encima y esto se convierte luego en nuestro principal enemigo", alerta.