Ellos de médico o superhéroe, ellas de princesa o enfermera; y cada vez más con el apellido "sexy" como complemento. La hipersexualización de los disfraces -incluso los de los más pequeños de la casa- preocupa, y mucho, a la coordinadora de la Comisión Intersectorial de Xénero del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia, Concepción Rodríguez Pérez, quien lamenta que el sexismo "está tan enraizado en nuestra sociedad que se proyecta en todo lo que hacemos", y considera que este tipo de atuendos se siguen comercializando "por el simple hecho de que venden". "Ni siquiera creo que haya por parte de las empresas y los fabricantes un interés por promover la desigualdad. Pienso que solo actúan movidos por el afán de obtener ganancias económicas", señala.

El pasado 2017 fue el año en que se puso de manifiesto, con mayor intensidad, la problemática del acoso y las agresiones sexuales a la mujer, y precisamente la imagen sexualizada y cosificada que transmiten este tipo disfraces contribuye, según los expertos, a perpetuar el problema. Y es que los disfraces hipersexualizados, sostiene Rodríguez Pérez, "no solo perpetúan los roles de género, sino que relegan a la mujer a un mero objeto sexual". De ahí que la coordinadora de la Comisión Intersectorial de Xénero del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia, recomiende elegir de forma responsable la vestimenta que se vaya a lucir en Carnaval para evitar estereotipos de género, sobre todo si los destinatarios son menores.

"No se trata, ni mucho menos, de demonizar el Carnaval ni de aleccionar a nadie sobre cómo se tiene que vestir, al contrario. Cada uno es libre de disfrazarse de lo que le dé la gana. Aquí el problema es que, en muchos casos, la oferta se limita a este tipo de disfraces", lamenta Rodríguez Pérez, quien critica que a la mujer se le presente, en demasiadas ocasiones, como "un objeto sexual con ropas provocativas" y que se abuse de los roles de género en muchos oficios, especialmente en los disfraces destinados a niños y niñas. "Ellos pueden disfrazarse de soldado, aviador, astronauta, piloto o boxeador, y en cambio para ellas solo están disponibles, en muchos casos, disfraces de enfermera, animadora o azafata", critica la coordinadora de la Comisión Intersectorial de Xénero del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia. ¿Cómo no va a querer una niña disfrazarse de animadora o de princesa, si es lo que se le está vendiendo?, cuestiona, y reitera: "Los más pequeños aprenden los roles fijados para hombres y mujeres muchas veces a través de la publicidad o de ciertas diferenciaciones que se hacen en algunos productos, en este caso, los disfraces. La publicidad que crea discriminación y desigualdad es la base, el primer escalón de la violencia de género".

Rodríguez Pérez insiste en que perpetuar estos estereotipos "hace crecer la discriminación y la desigualdad", e insta a los ciudadanos, y sobre todo a los padres, a reflexionar y hacer una compra en conciencia, también, a la hora de adquirir los disfraces de Carnaval. "La sociedad debe autoeducarse. Hay que denunciar los sexismos e intentar no adquirir aquellos productos que sabemos que perpetúan roles de género", concluye.