Se cumple estos días el XXV aniversario del primer trasplante de médula ósea en A Coruña y en Galicia. Veinticinco años después de que fuese inventado por E. Donnall Thomas en Seattle (EEUU) -quien en 1991 recibió el premio Nobel de Medicina- este procedimiento llegó a nuestra ciudad. Hasta entonces, los pacientes que precisaban esta técnica para consolidar el tratamiento de su enfermedad cancerosa hematológica tenían que desplazarse fuera de la comunidad gallega para un tratamiento, a veces, muy largo. Malo es estar enfermo, pero la gravedad aumenta cuando hay que irse fuera del lugar de residencia, tanto para el paciente, como para sus familiares o amigos.

La médula ósea es un órgano situado en las celdillas de los huesos esponjosos del cuerpo, las caderas, el esternón, etc., y es donde se alojan las células madre (o progenitores hematopoyéticos) de la sangre, que tras multiplicación y diferenciación, se convierten en las células de la sangre, los glóbulos blancos, rojos y plaquetas, que nos protegen de las infecciones, transportan el oxígeno desde los pulmones a los tejidos y previenen las hemorragias, respectivamente. Hoy nos referimos más a trasplante de progenitores hematopoyéticos que a trasplante de médula ósea. ¿Por qué? Porque hoy en día el trasplante de médula como tal está muy restringido a unas pocas indicaciones, no tumorales y poco frecuentes. Y ello se debe a que en estos años hemos aprendido que los progenitores hematopoyéticos circulan por la sangre y hemos aprendido, también, que su número se puede aumentar exponencialmente con la administración unos pocos días de una medicación estimulante y las células madre pueden ser recogidas por un proceso de aféresis. Este proceso consiste en que la sangre se extrae con ayuda de una máquina que separa la parte donde están las células madre y con un proceso que dura unas dos o tres horas, se tiene una fuente de vida.

A diferencia de los trasplantes de órganos sólidos, como los de riñón o hígado, el trasplante hematopoyético suele deberse a una enfermedad neoplásica o cáncer hematopoyético, con más frecuencia leucemias agudas, linfomas -sobre todo no Hodgkin- y mielomas. Estas son las indicaciones más frecuentes, pero no las únicas.

Los primeros trasplantes se hicieron para tratar leucemias agudas, siendo el donante un hermano, ya que se necesitaba una compatibilidad exquisita en un sistema denominado HLA y que nos identifica como individuos. Si no hay compatibilidad, las posibilidades de rechazo y de una complicación denominada enfermedad injerto contra receptor aumentan complicando notablemente un proceso indicado para tratar una grave dolencia.

En estos tiempos de familias poco numerosas, la posibilidad de tener un hermano compatible han disminuido y, por ello, se han ampliado, con el apoyo de mucha investigación, las fuentes que llamamos alternativas y que dependen, exclusivamente, de la generosidad. Son los trasplantes no emparentados, en los que una persona sana actúa como hermano y dona para un paciente desconocido que lo necesita.

Se llega a ser donante por un acto voluntario, en que una persona se acerca a un centro de donación de sangre y, teniendo las condiciones de salud para donar sangre, tras la toma de un frotis de mucosa de la boca para hacer su tipaje HLA y con esos datos pasa a un registro de donantes, conectado a escala internacional. Así hemos recibido muchos progenitores de donantes alemanes, estadounidenses y de otras nacionalidades, y hemos enviado progenitores recolectados aquí para pacientes desconocidos. Es muy improbable que lo llamen a uno para donar, pero si eso ocurre, en un acto que dura unas pocas horas, se dona una vida.

Esto ha hecho posible que el número de trasplantes alogénicos haya aumentado y que el número de trasplantes de donante no emparentado sea el que, proporcionalmente, más esté creciendo, gracias a la concienciación social de, sobre todo, nuestros jóvenes. Aún así, necesitamos más donantes porque las indicaciones de trasplante no cesan de crecer y mejoramos los resultados con intervenciones más precoces y donantes más jóvenes.

Hay otras fuentes de progenitores hematopoyéticos. En determinadas patologías, como el mieloma o el linfoma, lo indicado es un trasplante autólogo (de uno mismo) para consolidar el tratamiento quimioterápico. En estos casos, el proceso de donación es el mismo, pero no se precisan los estudios de compatibilidad.

También podemos utilizar como fuente de progenitores hematopoyéticos los cordones umbilicales recogidos, con cierta técnica, en el momento del parto. Los cordones son muy ricos en progenitores hematopoyéticos y se pueden conservar para, en un momento determinado, servir para un trasplante. Galicia tiene uno de los mejores bancos de cordón umbilical, desde donde nos han servido y sirven a lo largo del mundo.

Nunca sabemos cuándo y como podemos caer enfermos o cuando una persona querida pueda enfermar, pero tenemos una joven herramienta de veinticinco años que nos pueden ayudar si antes la ayudamos. Así pues, felicitémonos de cumplir este XXV aniversario y felicitémonos por el aumento de las donaciones, pero no descansemos. Necesitamos seguir manifestando nuestra generosidad, necesitamos que nuestros jóvenes se hagan donantes, que los nuevos padres donen los cordones de sus hijos. Son actos de personas buenas y generosas, de las que tenemos muchas.